Litio: objetivo del futuro inmediato


[Fuente: SEPA/Diario El Peso]
Uyuni es una pequeña ciudad boliviana de 25.000 habitantes cercana a un extraño desierto de sal, prodigio de la naturaleza e imán de aventureros de Europa y América del Sur.
El Salar de Uyuni es único mundo: tiene 12.000 kilómetros cuadrados, un espesor de 10 metros y se encuentra a más de 3.600 metros sobre el nivel del mar.
Bolivia tendría en el Salar de Uyuni, reservas de litio que triplicarían las existentes en el Desierto de Atacama [Chile] y que equivaldrían a la mitad de las reservas mundiales [dato todavía no certificado].
El litio es un metal blando, de color blanco plata, utilizado para fabricar medicamentos psiquiátricos [para el tratamiento del denominado trastorno bipolar] pero también de gran utilidad para fabricar aleaciones conductoras de calor para baterías eléctricas.
La importancia del litio radica en el cambio de paradigma energético ante la crisis mundial del petróleo y la ahora reconocida estrategia de los Estados Unidos en el discurso del Presidente Barack Obama de explorar “fuentes alternativas” ante el desastre petrolero del Golfo de México.
El interés por este metal blando boliviano fue anticipado ya en 1992, habiéndose calculado en aquel entonces que el interés comercial del recurso resurgiría en 20 años, profecía cumplida con notable exactitud. Por su parte el precio del litio se ha multiplicado por 10 desde 1998 hasta el 2006 y duplicado desde entonces hasta la actualidad.
Si se tiene en cuenta que las reservas de litio de Bolivia equivaldrían al 40% de las existentes en el planeta y que al día de hoy el salar de Atacama en Chile produce un 30% y Argentina un 10% del mencionado recurso, Sudamérica controlaría un 80% de la producción mundial. De países extra-continentales, sólo China tendría una producción relevante con un 13%.


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