Los otros Reyes Magos...


Ya había puesto punto final a la quincena de fiestas tradicionales 16/17 (léase Nochebuena, Navidad, Año Nuevo y Reyes), cuando una rezagada mañana del 9 de Enero suena el timbre de casa preanunciando la visita de Carlos, Rey que había dejado de frecuentar desde que en 1961 egresáramos ambos de un inolvidable Instituto Peralta Ramos de una ciudad de Mar del Plata que compartíamos. Hasta Tito, otro de esos Reyes que me visitó hace no muchos meses, quedó confundido cuando le mencionamos que Carlos vendría por la tardecita, o al menos así amenazó amablemente a Olguita.

Este Carlos no montaba un camello sino un Toyota, y no procedía de Oriente sino de un reino del norte famoso por sus aguas termales. Cuando regresó al caer el sol de ese día, su presencia iluminó nuestra casa y nuestras almas. Desde aquél 61 de nuestra fiesta de egresados hasta este 17 que comenzamos a vivir hace pocos días transcurrieron muchos años, digamos 56, toda una vida. Con paz en nuestros espíritus intercambiamos una hora quizá de sensaciones provocadas por una brisa que agitó los rescoldos de una relación que llegó a ser de aprecio pero no alcanzó el nivel de una amistad. Y fue, como el propio Carlos diseñó, un hermoso momento que se convirtió en un regalo de Reyes inesperado que dejó a los pies del arbolito navideño que acabábamos de desarmar.

Es que, si sabemos verlos, no son pocos los Reyes Magos que bajo diferentes apariencias se cruzan en nuestras vidas para dejarnos obsequios más o menos valiosos. Está bien valorar su paso y agradecer. Nuestro Rey Mago particular se llamó ayer Carlos, y con su magia iluminó nuestras vidas siempre pinceladas con milagros.

Gracias, Carlos. Gracias a vos, el 9 de Enero se incorporó a nuestra Agenda como "Día de Reyes Magos v.2" o algo así.

Olga y Daniel



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