Premiado en España
Cuando comenzó a hacerse borrosa la imagen de María supe que no volvería a verla ya nunca más. ¿Podría ella ser feliz a partir de ahora?
Un sentimiento de culpa la acosaría cada vez que mi rostro inicialmente de sorpresa, de dolor después, finalmente relajado antes de irse, asomara a sus recuerdos.
Cerré lentamente mis ojos ya inútiles y aspiré por la boca una porción de aire como si pretendiera absorber una medida igual de la preciada vida.
Sentí que María quitaba poco a poco el cuchillo de mi cuerpo, hendido profundamente en ese pecho que albergaba un corazón que alguna vez le mentí que era de ella.
Luego percibí que se alejaba hacia la puerta. Eso sí pude oírlo, aunque llegaba el sonido de sus pasos lejano e impreciso.
Caí al suelo y aquí he quedado, esperando impotente la muerte y esa paz que pocas veces conocí pero que ahora sería para siempre.
Como el “para siempre” que también mentí a María tras un “te amo” que me ganó su amor.
Pero no falté a la verdad cuando pudo ver que moría por su mano.
Al menos, esta vez no le mentí.
Daniel Aníbal Galatro
danielgalatro@gmail.com
Esquel - Chubut - Argentina
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