Lenguaje y lenguaja: argumento final


By El Club de los Libros Perdidos
Enviado por David Walther Lopez

Las polémicas infatigables y recurrentes sobre lo que algunas personas llaman "lenguaje inclusivo" tienen varios puntos flacos y contraproducentes. Este artículo no pretende ser exhaustivo, pero intentaré dar los puntos principales en mi opinión.
En primera instancia, y a la que nadie parece hacer caso, es que "niñ@s", "niñ*s" o "niñxs" no son palabras. En los dos primeros ejemplos ni siquiera todas son letras, además de que esa propuesta se cae al primer intento de ser pronunciado en voz alta.
Pero al escribir así pretendiendo "incluir" justamente se excluye.
¿Cómo?
Como lo lees, ¿acaso no sabes que muchas personas ciegas usan distintas aplicaciones para poder leer desde una computadora?

¿Y cómo crees que una aplicación podría leerles "niñ@s"?
Y todavía más. ¿Cómo crees que lo podría leer alguien que se inicia en el español?

Ya ven, lo que plantean como lenguaje inclusivo...excluye por partida doble."Todos" es inclusivo, del mismo modo que "todas". Si hablamos de los seres humanos decimos "todos", si hablamos de personas, digamos "todas", si hablamos de asistentes, digamos "todos". Y nadie queda fuera...pues no creo que alguien que lea esto no sea una persona...o al menos un ser humano. Usar bien el idioma y con propiedad, de eso se trata.
La declinanción en -O como plural neutro no es caprichosa, deriva del latín que englobaba ambos sexos. 



Aberraciones idiomáticas

Pero sigamos..., porque el uso de "todos y todas" no es necesario. ¿Cómo me atrevo a decir esto? ¿Acaso soy un machista inquisidor del medioevo listo para la quema de brujas del mal uso del lenguaje previa tortura a librazos por la cabeza o un cavernícola que piensa que el idioma está tallado en piedra?

Pues...realmente no.
Verán, por un lado aún no saben si quien escribe este texto es hombre o mujer (aclaro, pongo hombre antes por una cuestión de fonética...y por cierto, asumir que "mujer" debería ir primero, también sería discriminatorio, pues la discriminación no sólo cuenta cuando perjudica, sino cuando prioriza sin razón también), y por otro lado, el idioma tiene sus reglas.

Muchas personas con afán de creerse rebeldes y progresistas se plantan contra las reglas idiomáticas. Es lógico, es más fácil escribir y hablar mal a antojo que hacerlo con corrección. Es más fácil despotricar contra la ortografía que saber emplearla.
Descuiden, nadie puede impedir que hablen con redundacia si lo desean, del mismo modo que pueden cruzar un semáforo en rojo si lo desean. Lo que aquí se dice, simplemente, es que no es lo mejor que podrían hacer.

También te va a interesar: SOBRE IGNORANTES E IGNORANTAS Pero tanto las reglas como la ortografía son el único modo que tenemos de que nuestro rico idioma siga siendo rico...y viable. ¿Se imaginan cuánto tiempo podríamos entendernos entre nosotros si cada quien hablara a su antojo?
Esto lleva al siguiente punto. Recriminan que el idioma evoluciona, cambia, y que ahora debería hacerlo porque es machista y retrógrado.
Pues...no. Lamento la desilusión.

El idioma no puede ser machista, ni retrógrado, ni discriminatorio, del mismo modo que un martillo no puede ser asesino, violento, o trabajador...pues ambos son simples herramientas.
Machista, retrógrada, discriminadora, asesina, violenta o trabajadora será la persona que use esas herramientas.
El idioma emplea géneros, no sexos; juez, presidente, química, cantante, artista...tienen género, no sexo.
Cuando dicen "el artista" es igual de válido como decir "la presidente".
Realmente me desespera ver cómo se pierden en las formas y dejan de lado el contenido, que es lo realmente importante.
Dicen que el lenguaje evoluciona...pero ninguna evolución se logra a la fuerza, ni por capricho, ni por demagogia. Los cambios reales de relaciones sociales son de dónde se debe partir y llegar.

Pondré un ejemplo:
En el alemán los plurales y muchas palabras en singular tienen género femenino, pero cuando una mujer se casa pierde su apellido de soltera y toma el de su esposo. Así como lo oyen.¿Hay mejor ejemplo de que un lenguaje que muchas dirían "inclusivo" (aunque los hombres alemanes podrían hacer el mismo planteo que algunas mujeres hacen en español...y no lo hacen) proviene de una sociedad que cercena media identidad a una mujer cuando se desposa?Y no es que en Alemania haya menos machistas que en cualquier otro lugar del mundo.¿Hay mejor ejemplo de que un lenguaje que dirían "inclusivo" y que lleva siglos en uso...no conlleva de por sí a una sociedad ni relaciones sociales equitativas?


Las soluciones reales a las injusticias quedan en segundo plano

Las relaciones sociales no se cambian a la fuerza, al menos no por un uso demagógico del idioma. De nada sirve decir "todos y todas", y que las niñas sigan jugando a las muñecas y la cocinita y los niños a la pelota y con autitos. De nada sirve decir "todas y todos"...y que los protagonistas de libros y películas sigan siendo los valerosos hombres que deben rescatar a la indefensa damisela. De nada sirve decir "todas y todos"...y que las mujeres sigan cobrando menos por el mismo trabajo, o que los hombres deban trabajar hasta 5 años más para poder jubilarse, o que los hombres lleven la responsabilidad de tomar siempre las iniciativas, o que los hombres tengan mal visto el llorar, o que haya más mujeres que hombres en las universidades porque proritariamente los hombres deben trabajar.

La sociedad es injusta porque nosotros la hacemos injusta, y lamentablemente decir "todas y todos" no cambiará todo mágicamente. Es más, no cambiará nada si no solucionamos realmente todas las demás injusticias que, alternativamente nos tocan a unas y otros a lo largo de la vida, sin importar nuestro sexo.

Acusan al idioma de ser arcaico y que necesita un cambio...y nuevamente se quedan en las formas vacías de contenido, ojalá pusieran tanto ahínco (de ambos lados) en cambiar la religión, el estado, el capitalismo, verdaderas fuentes de las injusticias, porque los prejuicios nos afectan a todos.
Finalmente también cuestionan a la RAE por sostener estos argumentos, o similares, y bien, la RAE tendrá muchas cosas para cuestionársele, como toda institución. Pero tiene el inmenso mérito de ser la razón por la que todos podemos entendernos en este rico y maravilloso idioma todavía.

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