Este es el primer ensayo de los cinco que conforman "El Cosmos de Borges"
Prólogo
Mario Vargas Llosa dijo que García Márquez se había referido a Borges como uno de los autores que más leía y que menos le gustaba.
Pues, "a pesar de haber enseñado a generaciones el arte de pulir la palabra" lo consideraba vacío y escritor de evasiones.
La afirmación convocó mi curiosidad.
Acudí a las "Obras Completas" para revisarlas sistemáticamente sobre la base del repaso que había efectuado de la Historia de la Filosofía.
Sólo así tendría una prueba que me permitiría establecer si Borges, uno de mis escritores favoritos, escribía para los agujeros.
Para llevar a cabo este "test de hipótesis" probé su consistencia usando como indicador los principios del Materialismo Dialéctico.
Era una época ávida de revisiones, en la que aún me consideraba el depositario del destino del proletariado y con él, de la humanidad.
Cada vez que evoco la decisión, la de someter a Borges a una prueba de consistencia a través de la Dialéctica, me sorprende esa fuerza intuitiva.
Haber elegido a alguien cuyas "tendencias reaccionarias" lo harían presa fácil de las ansias reivindicativas del método propuesto.
Por supuesto que Borges no sale incólume de esta prueba del dogma socialista, pero sale muy fortalecido en su genio de escritor universal.
A medida que salvaba los danubios densos de las obras, me fue cada vez más claro que Borges podía ser difícil, pero que no porfiaría en el vacío.
Allí identifiqué al gran picapedrero de la filosofía y escribí estos ensayos en una primera edición.
Por aquel entonces el nombre de Roberto Paoli se había hecho familiar para mí a través de su artículo "Borges y Schopenhauer".
La Revista de "Crítica Literaria Latinoamericana" tuvo el acierto de publicarlo en su número 24.
No sé quien es Roberto Paoli, pero si alguna vez, escribí en el prólogo, este libro llega a sus manos, que reconozca en él buena parte de su obra.
Se leyó harto y se comprimió más; Borges vigilaba la tarea y cuidaba que nunca se dijera "en 500 páginas lo que podía decirse en 20".
Un poema (una vez un relato) cierra cada uno de los ensayos.
Me pareció una aventura con premio el hacerlo.
Principalmente porque nos recuerda que este libro, es sobre todo, una obra literaria que habla de filosofía.
Los poemas y el relato expresan con mayor intuición lo que los ensayos intentan con mayor intelección.
Cada ensayo tiene también un pequeño anexo, en el que se resume las principales opiniones de reconocidos filósofos sobre el tema del ensayo.
Estos anexos constituyen uno de los tres cambios fundamentales en relación con la primera edición.
El segundo, es un cambio de actitud y de perspectiva.
La primera vez escribí con el propósito de "denunciar a Borges".
En esa ocasión no sólo juzgué, hice más: enjuicié al más puro estilo de un moderno Robespierre, incorruptible y pertinaz.
Hoy ya no juzgo; hoy quiero entender, no con la Razón solamente, sino con la síntesis que he desarrollado de Razón-Intuición.
Los tantos años transcurridos desde entonces no han pasado de incógnito.
Al igual que a las gibas de las arena borgeanas, han suavizado en mí el instinto y han fortalecido la Intuición.
Han hecho de un inflexible "dialéctico-racionalista", un ser cuya nueva razón de ser es ser parte del Ser y relacionarse como tal con el Todo.
*
La tercera modificación está relacionada con la forma expresiva; he decidido reescribir estos ensayos en lo que he denominado "Interprosa".
"Interprosa" es un modo de escribir que recurre a los espacios en armónica intercalación con las líneas.
La introducción del espacio como un símbolo más de la escritura, permite una lectura más amigable.
También hace que mis ideas se presenten de un modo más conciso y con mayor sencillez.
Mario Vargas Llosa dijo que García Márquez se había referido a Borges como uno de los autores que más leía y que menos le gustaba.
Pues, "a pesar de haber enseñado a generaciones el arte de pulir la palabra" lo consideraba vacío y escritor de evasiones.
La afirmación convocó mi curiosidad.
Acudí a las "Obras Completas" para revisarlas sistemáticamente sobre la base del repaso que había efectuado de la Historia de la Filosofía.
Sólo así tendría una prueba que me permitiría establecer si Borges, uno de mis escritores favoritos, escribía para los agujeros.
Para llevar a cabo este "test de hipótesis" probé su consistencia usando como indicador los principios del Materialismo Dialéctico.
Era una época ávida de revisiones, en la que aún me consideraba el depositario del destino del proletariado y con él, de la humanidad.
Cada vez que evoco la decisión, la de someter a Borges a una prueba de consistencia a través de la Dialéctica, me sorprende esa fuerza intuitiva.
Haber elegido a alguien cuyas "tendencias reaccionarias" lo harían presa fácil de las ansias reivindicativas del método propuesto.
Por supuesto que Borges no sale incólume de esta prueba del dogma socialista, pero sale muy fortalecido en su genio de escritor universal.
A medida que salvaba los danubios densos de las obras, me fue cada vez más claro que Borges podía ser difícil, pero que no porfiaría en el vacío.
Allí identifiqué al gran picapedrero de la filosofía y escribí estos ensayos en una primera edición.
Por aquel entonces el nombre de Roberto Paoli se había hecho familiar para mí a través de su artículo "Borges y Schopenhauer".
La Revista de "Crítica Literaria Latinoamericana" tuvo el acierto de publicarlo en su número 24.
No sé quien es Roberto Paoli, pero si alguna vez, escribí en el prólogo, este libro llega a sus manos, que reconozca en él buena parte de su obra.
Se leyó harto y se comprimió más; Borges vigilaba la tarea y cuidaba que nunca se dijera "en 500 páginas lo que podía decirse en 20".
Un poema (una vez un relato) cierra cada uno de los ensayos.
Me pareció una aventura con premio el hacerlo.
Principalmente porque nos recuerda que este libro, es sobre todo, una obra literaria que habla de filosofía.
Los poemas y el relato expresan con mayor intuición lo que los ensayos intentan con mayor intelección.
Cada ensayo tiene también un pequeño anexo, en el que se resume las principales opiniones de reconocidos filósofos sobre el tema del ensayo.
Estos anexos constituyen uno de los tres cambios fundamentales en relación con la primera edición.
El segundo, es un cambio de actitud y de perspectiva.
La primera vez escribí con el propósito de "denunciar a Borges".
En esa ocasión no sólo juzgué, hice más: enjuicié al más puro estilo de un moderno Robespierre, incorruptible y pertinaz.
Hoy ya no juzgo; hoy quiero entender, no con la Razón solamente, sino con la síntesis que he desarrollado de Razón-Intuición.
Los tantos años transcurridos desde entonces no han pasado de incógnito.
Al igual que a las gibas de las arena borgeanas, han suavizado en mí el instinto y han fortalecido la Intuición.
Han hecho de un inflexible "dialéctico-racionalista", un ser cuya nueva razón de ser es ser parte del Ser y relacionarse como tal con el Todo.
*
La tercera modificación está relacionada con la forma expresiva; he decidido reescribir estos ensayos en lo que he denominado "Interprosa".
"Interprosa" es un modo de escribir que recurre a los espacios en armónica intercalación con las líneas.
La introducción del espacio como un símbolo más de la escritura, permite una lectura más amigable.
También hace que mis ideas se presenten de un modo más conciso y con mayor sencillez.
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