¡Hola, amigos!
Hoy ingresaremos a un tema muy especial: la confección de guiones cinematográficos. Y esto también, en mi caso, tiene su historia.
Hace ya varios años, digamos por 2006 ó 2007, terminé de escribir mi novela "Otro Génesis posible". Cuando la dí a conocer, personalmente o impresa o vía internet, tuvo una repercusión mucho mayor de la que esperaba. Pero eso hizo también que llovieran comentarios muy amables que me felicitaban pero también me hacían notar que los dos o tres primeros "capítulos" eran algo densos y que podían hacer que algún potencial lector se asustara y no pasara a los siguientes, mucho más "movidos" y atrapantes.
Y también se sumó una empresa de producciones cinematográficas española que acordó transformar la novela en una película siempre y cuando yo me ocupara de escribir el guión. Seguramente los convenció la lectura de esos primeros capítulos cuya densidad mostraba como muy compleja esa tarea. En fin, que la película nunca se hizo pues yo odiaba la confección de guiones.
Casi siete años después, esto es, por estos días de Julio del 2015, decidí que era tiempo de retomar la cuestión. Y con el apoyo de ustedes, mis amigos, voy a intentar aprender cómo se escribe realmente un guión cinematográfico.
Hay dos tipos de guiones:
-los originales, en los que se comienza de la nada (o casi) a elaborar una idea que puede transformarse en una película, o
-las adaptaciones, en los que se tiene ya una idea acabada del producto final por basarse en poco o en mucho en algún cuento o novela preexistente.
Según el experto Carlos Aldana de la OEI, "sin guión no hay película". Y él mismo propone varios pasos que nosotros (ustedes y yo) debemos seguir para hacer las cosas bien.
El primero de tales pasos es la escritura de una sinopsis o resumen de la historia, condensada a no más de 5 páginas. Debe constituir el resumen de todo lo que sucederá en la película, brindando una idea general, sin detalles del relato.
Y por aquí vamos a comenzar, si les parece bien.
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OTRO GÉNESIS POSIBLE
Relato de ficción
Sinopsis
Daniel recibe en el sitio de internet que comparte con su esposa Olga unos curiosos emails de un desconocido que le informa acerca de la existencia de seres extraterrestres que llama "zetareticulianos" y de las características generales de los contactos entre humanos y otros provenientes de lejanos confines del espacio.
Muy poco tiempo después, un encuentro quizá no casual con un antiguo amigo permite que éste ponga en sus manos un libro en el que su autor plantea y explica todas las preocupaciones básicas del alma humana. Entre ellas menciona el origen del universo, la aparición de los seres humanos en este planeta, la teoría de Darwin, la presencia de entidades superiores y otros temas afines.
Daniel se pregunta por qué en este momento de su vida le llegan esos asuntos y decide que algo deberá hacer para encontrar respuestas mejores que las que hasta entonces había hallado.
Comienza así su investigación personal.
Entrevista inicialmente al Padre Carlos, un sacerdote con quien había tenido algún contacto periodístico tiempo atrás por sus dotes como exorcista reconocido por la Iglesia Católica. Le consulta acerca de la validez de lo escrito en el Génesis bíblico acerca de Adán, Eva y sus primeros hijos. También logra que él le confirme que, para un católico, el único camino a seguir es el de la fe, algo que no se discute sino que se ejerce o no se ejerce.
Buscando respuestas diferentes, Daniel se comunica con Federico, un amigo ginecólogo que le recomienda conversar con un genetista de renombre que, además, proviene del judaísmo. Entiende que es una forma válida de tratar el tema desde dos puntos de vista, la ciencia y la religión. Minutos antes del encuentro, recibe un mensaje en el que se le advierte que no siga investigando, que deje las cosas como están. Parece provenir de un individuo petisito, de piel medio oscura, con un raro sombrero y ojos grandes que se lo hace llegar por un ocasional intermediario.
Consulta al doctor acerca de los mismos temas y recibe de él información novedosa acerca de la primera clonación, la que hizo que Eva no tuviera otro antepasado más que Adán. Asimismo le indica que, genéticamente, eso permitió que ella y sus descendientes pudiéramos estar en mejores condiciones de sobrevivir. Le confirma además que resulta válida la teoría de Darwin por las semejanzas genéticas entre el hombre y los chimpancés. Y la presunción de que Caín, el hijo de Dios, se reprodujo con una mona, la hija de los hombres, aportando a su descendencia un gen especial que los hacía pertenecer a una nueva "especie humana".
Luego de la entrevista con el experto, Daniel se reúne con Federico, quien le anuncia que arregló un encuentro con un ex pastor evangélico. Ya el ginecólogo había comenzado a interesarse en el asunto buscando información en internet. Eso estimuló a Daniel a leer algunos impresos que su amigo le había acercado. Cada vez estaba más intrigado.
La reunión con el ex pastor tuvo lugar en casa de Federico. Éste le aclara que no confunde lo científico con lo religioso y que le enseñaron que esa mentalidad puede ser obra del Demonio. Como con sus otros entrevistados, el tema es el Génesis y, consiguientemente, Adán y su descendencia inicial. Su posición es diferente, ya que cree. por ejemplo, que Caín debió casarse con alguna de sus hermanas menores, como lo harían los otros integrantes de su familia. Y le confirma nuevamente que existe un muro llamado "fe" que separa los creyentes de los no creyentes y lo verdadero de lo falso.
Daniel ha perdido su esperanza de encontrar certezas en los seguidores de la Biblia como lo han sido el cura católico, el médico judío y el ex pastor evangélico. Y reconoce que con ellos era imposible mencionar siquiera la posibilidad de que los humanos hubiésemos aparecido por influencia de seres extraterrestres. Los zetarreticulianos del email inicial se veían cada vez más lejanos.
En medio de sus dudas, un llamado telefónico vuelve a encender su interés. León, un antiguo amigo y maestro librepensador, incompatible con cualquier muro de fe, lo cita con urgencia. Al encontrarse, alcanza a Daniel un mensaje arrugado y amarillento que extrañamente había aparecido entre las hojas de un libro que hablaba de extraterrestres y que tenía desde hacía años en su biblioteca. Y le muestra otro papel igualmente misterioso en el que le pedían que dijera a Daniel el consabido "que deje las cosas como están".
León estimula a Daniel a aprovechar esta oportunidad inigualable de conocer algo diferente y fundamental acerca del tema. Le aclara, además, que no tema a los zetarreticulianos pues le van a permitir avanzar en el asunto en tanto lo crean conveniente. Y el espíritu de Darwin comienza a crecer en el ámbito de esta investigación.
Como parte de un plan diseñado quién sabe por quién, Mariana, tarotista y antigua amiga de Daniel, lo llama para pedirle que le resuelva un problema en su computadora. Es una buena oportunidad para conocer de ella una opinión absolutamente distinta acerca de la aparición de Adán en el planeta, añadiendo un nuevo personaje a la historia: Lilith, la verdadera primera mujer de ese primer hombre.
Llevado por algún guía desconocido, quizá Darwin desde su tumba, Daniel comienza a profundizar en la historia de este inglés especial, sus aventuras y sus desventuras. Esto lo lleva, como era previsible, al Museo de Ciencias Naturales, donde encuentra a Raúl, un paleontólogo que le brinda nuevos puntos de vista acerca del asunto.
Con Raúl revisan la historia de Darwin y su personalidad especial. Y el joven, muy interesado en el tema, le promete buscar más información sorprendente a su regreso a México.
Pocos días después, envía a Daniel un email en el que le transcribe un caudal de datos increíbles obtenidos de un viejo profesor suyo de la universidad en el que ponía en duda, por ejemplo, la validez del la teoría de Darwin acerca del origen de las especies. Y su criterio particular de que el famoso científico inglés fuera solamente un hábil plagiario.
Daniel se siente sobrepasado por la información desbordante que ha invadido su mente. Las preguntas se multiplican sin encontrar respuestas que no se enfrenten de un modo u otro entre sí.
Federico lo visita para asegurarle que, según sus nuevas investigaciones, Darwin era una enorme mentira. El joven ginecólogo está ya profundamente interesado en el asunto y deja a Daniel más material extraído de internet. En una de las páginas se menciona, para él por primera vez, la noche de Diciembre de 1881 en la que Darwin se desvanece en la calle.
Ya Daniel intenta abandonar toda esta investigación que lo estaba apartando de su vida y de sus trabajos habituales. Pero quizá los zetarreticulianos tenían otros planes para él.
Un llamado telefónico de una mujer de nombre Marta, concierta una cita por un tema que dice no poder anticipar. Al llegar, dice que es víctima de algunas formas de fenómenos que parecen originarse en los que quizá sean OVNIs que sobrevuelan su casa. Describe a Daniel algunos de esos sucesos y él la tranquiliza diciéndole que no deben causarle temor.
Dos días después, a las dos de la mañana, vuelve a llamar Marta quien le narra algunos nuevos hechos ocurridos en su casa y le anticipa que los visitantes dejaron un mensaje para él. Apenas amanece, ella se presenta en casa de Daniel para dejarle un papel en el que de un lado estaban escritos su nombre y apellido, y del otro tres palabras "London", "Queen's" y "Bridge". Ya no había indicaciones de que no siguiera investigando.
Daniel intenta analizarlas pero no encuentra relación entre ellas. Cree que solamente podría comprender el mensaje si estuviese en Londres, algo en ese momento imposible para él.
Ese día marcó horas de profundo desconsuelo.
Llama Federico, que cuenta que viajará a Londres a participar de un Congreso de Ginecología. Una oportunidad muy especial para Daniel que deja de ver a su amigo como un acompañante molesto en su estudio del Génesis para encontrarlo como la única solución posible para concretar su viaje soñado. Su capacidad económica lo hacía imprescindible para la investigación.
Se concreta el vuelo de los dos amigos hacia la capital de Inglaterra. Por la mañana del día siguiente, Federico asiste a la apertura del Congreso en tanto que Daniel comienza a caminar por las calles londinenses. Su primera visita es a la Abadía en la que se encuentran los restos de Darwin.
Antes de continuar hacia South Kensington elije almorzar pues por la tarde visitaría uno de los tres grandes museos, obviamente el de Historia Natural.
Luego de recorrerlo varias horas, sale y encuentra un bar y cafetería en el que beber algo caliente y probar algún postre local.
Había en el lugar un hombre que Daniel vio como muy parecido físicamente a Darwin. Consultó a una mesera acerca de quién podía informarle acerca de lugares de Londres, ella le señaló ese hombre que le había llamado la atención.
Era profesor de Ciencias Naturales en el Queen's College de Oxford y se ofrece para llevar a Daniel allí temprano por la mañana siguiente.
Mientras recorren el trayecto hasta la famosa escuela conversan acerca de nuevos detalles sobre la vida de Darwin y en especial sobre los últimos días. Así Daniel se entera de que el científico moribundo hizo llamar a un colega con el que se decía estaba disgustado para comunicarle algo muy importante. El compañero de viaje de Daniel menciona el tema del desmayo del anciano en una calle londinense como uno de los fundamentales que trataron en ese encuentro. Y que, un instante antes de desvanecerse, fue secuestrado por seres de otro planeta que lo retornaron al mismo lugar al instante siguiente.
Cuando llegan al Queen's de Oxford también le dice que allí no hay ningún puente y, por tanto, ningún documento escondido en él.
Daniel entra a desayunar en un bar instalado en el colegio. Allí conoce a Danielle, una simpática alumna con la que traba una amable conversación. Le cuenta que está buscando una nota que supuestamente está oculta en un inexistente puente cercano al lugar.
La muchacha le dice que seguramente la verdad era que no se trataba del Queen's de Oxford sino del Queen's de Cambridge, colegio en el que ella había estudiado algún tiempo. Y que allí hay un puente muy antiguo que no es importante pero sí curioso, conocido como "el Puente Matemático".
Danielle hace que con su padre que pasa a buscarla lo lleven hasta Cambridge.
Es fácil para Daniel encontrar allí el famoso puente. Un joven que justamente practica como guía de turistas le brinda amplia información sobre el lugar y las historias relativas al mismo. Entre ellas, el dato de que el puente original de 1749 había sido reconstruido en 1866 y luego en 1905. Todo había sido cambiado con estas reformas que también habían hecho que cualquier documento oculto allí desapareciera irremediablemente.
Pero el joven lo consuela diciéndole que puede ver cómo era el puente original pues el colegio posee una maqueta que lo reproduce.
Daniel siente que es su última posibilidad. Quizá esa pequeña copia contuviera el buscado documento. Como anochece, dejan el tema para el día siguiente.
Por la mañana, bajo una lluvia persistente, Daniel retorna al Queen's College de Cambridge, al que llega casi a mediodía. Recorre meticulosamente el puente actual en busca del papel pero sin éxito. Se encuentra con el guía quien, junto a un compañero, lo acompaña hasta el museo del colegio.
Allí encuentra la maqueta del puente original.
La revisa cuidadosamente pero ve que está perfectamente limpia y cuidada. No parece ocultar ningún papel extraño que, de todos modos, otros visitantes hubiesen encontrado en algún momento de los siglos transcurridos.
Se le acerca una mujer que dice ser la encargada del museo. Conversa con ella y menciona a Darwin, con lo que la encargada interpreta sabiamente que lo que Daniel busca es el mensaje final que se dice ocultaba el puente original y quizá todavía podría encontrarse en la maqueta.
Revela que ella lo había encontrado. En realidad no estaba el testamento en la reproducción del puente sino que allí pudo hallar una plaquita muy delgada de bronce que tenía grabados una palabra y un número. Esa clave le permitió localizar una copia realizada por el mismo profesor supuestamente enemigo de Darwin de la que ella hizo una fotocopia en su momento y otra para entregar a Daniel.
En la misma dice que Darwin transmitió a su colega en su lecho de muerte los detalles de lo sucedido en aquella fría noche londinense en la que, durante su desvanecimiento, había tenido su encuentro con los extraterrestres. Y estaba firmada por el propio escribiente y testigo.
Al regresar al hotel, Daniel comparte lo vivido con Federico y le muestra la fotocopia.
De regreso en su casa, se encuentra con Olga a quien pone al día con la mucha información encontrada en el viaje a Londres. Ella había continuado estudiando el tema y había recopilado nuevos datos interesantes.
Muy temprano por la mañana siguiente se reúne con Federico para analizar todo lo relacionado con los zetarreticulianos y el enorme caudal de información adicional que había reunido.
Al encender su computadora encuentra un email de Raúl, el paleontólogo, que brinda más información acerca de los aspectos paleontológicos de la cuestión para justificar la transición que dio origen a los homínidos. Luego se suma Federico quien aporta todavía más elementos para analizar.
Un día después llega un email de Nicolás, un joven judío que incorpora los neutrinos como partículas que cree vinculan fuertemente la mente con la materia. Otros elementos que parecen agregar más dudas a un asunto que es en sí una incógnita a revelar.
¿A quién podría consultar ahora Daniel? ¿Habría alguien más que pudiera aportar datos significativos? Quizá solamente los propios zetarreticulianos estarían en condición de hacerlo.
Edgar, un hipnólogo experimentado, era quizá la llave fundamental. Porque él sabía cómo inducirlo a un viaje astral para permitirle conectar directamente con los extraterrestres.
Lo intentaron y lo lograron. En una maravillosa experiencia posibilitada por los vastos conocimientos de Edgar, Daniel pudo acceder a un plano en el que recibió el mensaje esperado.
Sólo quedaba escribir la historia, esta historia que podría leerse como un simple cuento o una extensa novela, que podría verse como una película o como fuese, pero que permanecería para brindar todo lo que Daniel vivió durante este tiempo.
Lo que los extraterrestres condujeron a escribir a Daniel, que podría mostrar como realidad o como ficción o quizá como una combinación indefinida de ambas. Ni la Biblia ni Darwin, o tal vez ambos al mismo tiempo.
¿Puede Daniel reescribir el Génesis de Moisés? No pudo ni podrá hacerlo.
Moisés no pudo escribir el Génesis original. Alguien debió habérselo inspirado.
Daniel, careciendo de tal inspirador, tampoco podría.
Pero la misión encomendada fue escribir este relato.
Y ésa Daniel cree haberla cumplido.
FIN
Daniel Aníbal Galatro
Esquel - Chubut - Argentina.
Daniel recibe en el sitio de internet que comparte con su esposa Olga unos curiosos emails de un desconocido que le informa acerca de la existencia de seres extraterrestres que llama "zetareticulianos" y de las características generales de los contactos entre humanos y otros provenientes de lejanos confines del espacio.
Muy poco tiempo después, un encuentro quizá no casual con un antiguo amigo permite que éste ponga en sus manos un libro en el que su autor plantea y explica todas las preocupaciones básicas del alma humana. Entre ellas menciona el origen del universo, la aparición de los seres humanos en este planeta, la teoría de Darwin, la presencia de entidades superiores y otros temas afines.
Daniel se pregunta por qué en este momento de su vida le llegan esos asuntos y decide que algo deberá hacer para encontrar respuestas mejores que las que hasta entonces había hallado.
Comienza así su investigación personal.
Entrevista inicialmente al Padre Carlos, un sacerdote con quien había tenido algún contacto periodístico tiempo atrás por sus dotes como exorcista reconocido por la Iglesia Católica. Le consulta acerca de la validez de lo escrito en el Génesis bíblico acerca de Adán, Eva y sus primeros hijos. También logra que él le confirme que, para un católico, el único camino a seguir es el de la fe, algo que no se discute sino que se ejerce o no se ejerce.
Buscando respuestas diferentes, Daniel se comunica con Federico, un amigo ginecólogo que le recomienda conversar con un genetista de renombre que, además, proviene del judaísmo. Entiende que es una forma válida de tratar el tema desde dos puntos de vista, la ciencia y la religión. Minutos antes del encuentro, recibe un mensaje en el que se le advierte que no siga investigando, que deje las cosas como están. Parece provenir de un individuo petisito, de piel medio oscura, con un raro sombrero y ojos grandes que se lo hace llegar por un ocasional intermediario.
Consulta al doctor acerca de los mismos temas y recibe de él información novedosa acerca de la primera clonación, la que hizo que Eva no tuviera otro antepasado más que Adán. Asimismo le indica que, genéticamente, eso permitió que ella y sus descendientes pudiéramos estar en mejores condiciones de sobrevivir. Le confirma además que resulta válida la teoría de Darwin por las semejanzas genéticas entre el hombre y los chimpancés. Y la presunción de que Caín, el hijo de Dios, se reprodujo con una mona, la hija de los hombres, aportando a su descendencia un gen especial que los hacía pertenecer a una nueva "especie humana".
Luego de la entrevista con el experto, Daniel se reúne con Federico, quien le anuncia que arregló un encuentro con un ex pastor evangélico. Ya el ginecólogo había comenzado a interesarse en el asunto buscando información en internet. Eso estimuló a Daniel a leer algunos impresos que su amigo le había acercado. Cada vez estaba más intrigado.
La reunión con el ex pastor tuvo lugar en casa de Federico. Éste le aclara que no confunde lo científico con lo religioso y que le enseñaron que esa mentalidad puede ser obra del Demonio. Como con sus otros entrevistados, el tema es el Génesis y, consiguientemente, Adán y su descendencia inicial. Su posición es diferente, ya que cree. por ejemplo, que Caín debió casarse con alguna de sus hermanas menores, como lo harían los otros integrantes de su familia. Y le confirma nuevamente que existe un muro llamado "fe" que separa los creyentes de los no creyentes y lo verdadero de lo falso.
Daniel ha perdido su esperanza de encontrar certezas en los seguidores de la Biblia como lo han sido el cura católico, el médico judío y el ex pastor evangélico. Y reconoce que con ellos era imposible mencionar siquiera la posibilidad de que los humanos hubiésemos aparecido por influencia de seres extraterrestres. Los zetarreticulianos del email inicial se veían cada vez más lejanos.
En medio de sus dudas, un llamado telefónico vuelve a encender su interés. León, un antiguo amigo y maestro librepensador, incompatible con cualquier muro de fe, lo cita con urgencia. Al encontrarse, alcanza a Daniel un mensaje arrugado y amarillento que extrañamente había aparecido entre las hojas de un libro que hablaba de extraterrestres y que tenía desde hacía años en su biblioteca. Y le muestra otro papel igualmente misterioso en el que le pedían que dijera a Daniel el consabido "que deje las cosas como están".
León estimula a Daniel a aprovechar esta oportunidad inigualable de conocer algo diferente y fundamental acerca del tema. Le aclara, además, que no tema a los zetarreticulianos pues le van a permitir avanzar en el asunto en tanto lo crean conveniente. Y el espíritu de Darwin comienza a crecer en el ámbito de esta investigación.
Como parte de un plan diseñado quién sabe por quién, Mariana, tarotista y antigua amiga de Daniel, lo llama para pedirle que le resuelva un problema en su computadora. Es una buena oportunidad para conocer de ella una opinión absolutamente distinta acerca de la aparición de Adán en el planeta, añadiendo un nuevo personaje a la historia: Lilith, la verdadera primera mujer de ese primer hombre.
Llevado por algún guía desconocido, quizá Darwin desde su tumba, Daniel comienza a profundizar en la historia de este inglés especial, sus aventuras y sus desventuras. Esto lo lleva, como era previsible, al Museo de Ciencias Naturales, donde encuentra a Raúl, un paleontólogo que le brinda nuevos puntos de vista acerca del asunto.
Con Raúl revisan la historia de Darwin y su personalidad especial. Y el joven, muy interesado en el tema, le promete buscar más información sorprendente a su regreso a México.
Pocos días después, envía a Daniel un email en el que le transcribe un caudal de datos increíbles obtenidos de un viejo profesor suyo de la universidad en el que ponía en duda, por ejemplo, la validez del la teoría de Darwin acerca del origen de las especies. Y su criterio particular de que el famoso científico inglés fuera solamente un hábil plagiario.
Daniel se siente sobrepasado por la información desbordante que ha invadido su mente. Las preguntas se multiplican sin encontrar respuestas que no se enfrenten de un modo u otro entre sí.
Federico lo visita para asegurarle que, según sus nuevas investigaciones, Darwin era una enorme mentira. El joven ginecólogo está ya profundamente interesado en el asunto y deja a Daniel más material extraído de internet. En una de las páginas se menciona, para él por primera vez, la noche de Diciembre de 1881 en la que Darwin se desvanece en la calle.
Ya Daniel intenta abandonar toda esta investigación que lo estaba apartando de su vida y de sus trabajos habituales. Pero quizá los zetarreticulianos tenían otros planes para él.
Un llamado telefónico de una mujer de nombre Marta, concierta una cita por un tema que dice no poder anticipar. Al llegar, dice que es víctima de algunas formas de fenómenos que parecen originarse en los que quizá sean OVNIs que sobrevuelan su casa. Describe a Daniel algunos de esos sucesos y él la tranquiliza diciéndole que no deben causarle temor.
Dos días después, a las dos de la mañana, vuelve a llamar Marta quien le narra algunos nuevos hechos ocurridos en su casa y le anticipa que los visitantes dejaron un mensaje para él. Apenas amanece, ella se presenta en casa de Daniel para dejarle un papel en el que de un lado estaban escritos su nombre y apellido, y del otro tres palabras "London", "Queen's" y "Bridge". Ya no había indicaciones de que no siguiera investigando.
Daniel intenta analizarlas pero no encuentra relación entre ellas. Cree que solamente podría comprender el mensaje si estuviese en Londres, algo en ese momento imposible para él.
Ese día marcó horas de profundo desconsuelo.
Llama Federico, que cuenta que viajará a Londres a participar de un Congreso de Ginecología. Una oportunidad muy especial para Daniel que deja de ver a su amigo como un acompañante molesto en su estudio del Génesis para encontrarlo como la única solución posible para concretar su viaje soñado. Su capacidad económica lo hacía imprescindible para la investigación.
Se concreta el vuelo de los dos amigos hacia la capital de Inglaterra. Por la mañana del día siguiente, Federico asiste a la apertura del Congreso en tanto que Daniel comienza a caminar por las calles londinenses. Su primera visita es a la Abadía en la que se encuentran los restos de Darwin.
Antes de continuar hacia South Kensington elije almorzar pues por la tarde visitaría uno de los tres grandes museos, obviamente el de Historia Natural.
Luego de recorrerlo varias horas, sale y encuentra un bar y cafetería en el que beber algo caliente y probar algún postre local.
Había en el lugar un hombre que Daniel vio como muy parecido físicamente a Darwin. Consultó a una mesera acerca de quién podía informarle acerca de lugares de Londres, ella le señaló ese hombre que le había llamado la atención.
Era profesor de Ciencias Naturales en el Queen's College de Oxford y se ofrece para llevar a Daniel allí temprano por la mañana siguiente.
Mientras recorren el trayecto hasta la famosa escuela conversan acerca de nuevos detalles sobre la vida de Darwin y en especial sobre los últimos días. Así Daniel se entera de que el científico moribundo hizo llamar a un colega con el que se decía estaba disgustado para comunicarle algo muy importante. El compañero de viaje de Daniel menciona el tema del desmayo del anciano en una calle londinense como uno de los fundamentales que trataron en ese encuentro. Y que, un instante antes de desvanecerse, fue secuestrado por seres de otro planeta que lo retornaron al mismo lugar al instante siguiente.
Cuando llegan al Queen's de Oxford también le dice que allí no hay ningún puente y, por tanto, ningún documento escondido en él.
Daniel entra a desayunar en un bar instalado en el colegio. Allí conoce a Danielle, una simpática alumna con la que traba una amable conversación. Le cuenta que está buscando una nota que supuestamente está oculta en un inexistente puente cercano al lugar.
La muchacha le dice que seguramente la verdad era que no se trataba del Queen's de Oxford sino del Queen's de Cambridge, colegio en el que ella había estudiado algún tiempo. Y que allí hay un puente muy antiguo que no es importante pero sí curioso, conocido como "el Puente Matemático".
Danielle hace que con su padre que pasa a buscarla lo lleven hasta Cambridge.
Es fácil para Daniel encontrar allí el famoso puente. Un joven que justamente practica como guía de turistas le brinda amplia información sobre el lugar y las historias relativas al mismo. Entre ellas, el dato de que el puente original de 1749 había sido reconstruido en 1866 y luego en 1905. Todo había sido cambiado con estas reformas que también habían hecho que cualquier documento oculto allí desapareciera irremediablemente.
Pero el joven lo consuela diciéndole que puede ver cómo era el puente original pues el colegio posee una maqueta que lo reproduce.
Daniel siente que es su última posibilidad. Quizá esa pequeña copia contuviera el buscado documento. Como anochece, dejan el tema para el día siguiente.
Por la mañana, bajo una lluvia persistente, Daniel retorna al Queen's College de Cambridge, al que llega casi a mediodía. Recorre meticulosamente el puente actual en busca del papel pero sin éxito. Se encuentra con el guía quien, junto a un compañero, lo acompaña hasta el museo del colegio.
Allí encuentra la maqueta del puente original.
La revisa cuidadosamente pero ve que está perfectamente limpia y cuidada. No parece ocultar ningún papel extraño que, de todos modos, otros visitantes hubiesen encontrado en algún momento de los siglos transcurridos.
Se le acerca una mujer que dice ser la encargada del museo. Conversa con ella y menciona a Darwin, con lo que la encargada interpreta sabiamente que lo que Daniel busca es el mensaje final que se dice ocultaba el puente original y quizá todavía podría encontrarse en la maqueta.
Revela que ella lo había encontrado. En realidad no estaba el testamento en la reproducción del puente sino que allí pudo hallar una plaquita muy delgada de bronce que tenía grabados una palabra y un número. Esa clave le permitió localizar una copia realizada por el mismo profesor supuestamente enemigo de Darwin de la que ella hizo una fotocopia en su momento y otra para entregar a Daniel.
En la misma dice que Darwin transmitió a su colega en su lecho de muerte los detalles de lo sucedido en aquella fría noche londinense en la que, durante su desvanecimiento, había tenido su encuentro con los extraterrestres. Y estaba firmada por el propio escribiente y testigo.
Al regresar al hotel, Daniel comparte lo vivido con Federico y le muestra la fotocopia.
De regreso en su casa, se encuentra con Olga a quien pone al día con la mucha información encontrada en el viaje a Londres. Ella había continuado estudiando el tema y había recopilado nuevos datos interesantes.
Muy temprano por la mañana siguiente se reúne con Federico para analizar todo lo relacionado con los zetarreticulianos y el enorme caudal de información adicional que había reunido.
Al encender su computadora encuentra un email de Raúl, el paleontólogo, que brinda más información acerca de los aspectos paleontológicos de la cuestión para justificar la transición que dio origen a los homínidos. Luego se suma Federico quien aporta todavía más elementos para analizar.
Un día después llega un email de Nicolás, un joven judío que incorpora los neutrinos como partículas que cree vinculan fuertemente la mente con la materia. Otros elementos que parecen agregar más dudas a un asunto que es en sí una incógnita a revelar.
¿A quién podría consultar ahora Daniel? ¿Habría alguien más que pudiera aportar datos significativos? Quizá solamente los propios zetarreticulianos estarían en condición de hacerlo.
Edgar, un hipnólogo experimentado, era quizá la llave fundamental. Porque él sabía cómo inducirlo a un viaje astral para permitirle conectar directamente con los extraterrestres.
Lo intentaron y lo lograron. En una maravillosa experiencia posibilitada por los vastos conocimientos de Edgar, Daniel pudo acceder a un plano en el que recibió el mensaje esperado.
Sólo quedaba escribir la historia, esta historia que podría leerse como un simple cuento o una extensa novela, que podría verse como una película o como fuese, pero que permanecería para brindar todo lo que Daniel vivió durante este tiempo.
Lo que los extraterrestres condujeron a escribir a Daniel, que podría mostrar como realidad o como ficción o quizá como una combinación indefinida de ambas. Ni la Biblia ni Darwin, o tal vez ambos al mismo tiempo.
¿Puede Daniel reescribir el Génesis de Moisés? No pudo ni podrá hacerlo.
Moisés no pudo escribir el Génesis original. Alguien debió habérselo inspirado.
Daniel, careciendo de tal inspirador, tampoco podría.
Pero la misión encomendada fue escribir este relato.
Y ésa Daniel cree haberla cumplido.
FIN
Daniel Aníbal Galatro
Esquel - Chubut - Argentina.
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