Extractos adaptados de un trabajo por Roberto L´Hôtelleríe
en monografias.com
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Al principio siempre tienen una forma de presentación similar. Surgen de improviso, en las mesas de la clase, detrás de las puertas del baño, en las paredes del patio o de los pasillos, y en general en cualquier sitio en que al menos durante un corto periodo de tiempo el anonimato ha protegido a su autor o autores. Se trata de las famosas pintadas o grafittis.
¿Quién no ha visto, tras el discurrir de los días y por no haber limpiado una pintada o graffiti, florecer a su lado y como por generación espontánea un buen número de ellas? Además, como se suele observar, se trata de una situación que tiende a acelerarse cuando la primera inscripción cita, reta o provoca con su mensaje la reacción por parte de los lectores (efecto llamada). Con el paso del tiempo y por no haberse realizado una intervención temprana, el resultado final seguramente será un conjunto de mensajes que ni en su apariencia ni en su contenido guardarán relación con la educación y los valores que la escuela pretende.
Lo mismo, por ejemplo, sucede con una banqueta forrada de material plástico, una baldosa en una pared, un tornillo que desaparece de la silla, un agujero o descascarillado en el tablero de la mesa, etc. Al principio aparece una pequeña señal, fruto de un golpe casual o intencionado. Esta señal, un agujero por ejemplo, observaremos que en poco tiempo se irá haciendo más grande, independientemente de los grupos que pasen por el aula y probablemente de las distintas materias que se impartan. Estamos asistiendo al inicio de un procesode deterioro progresivo y a su vez portador de un mensaje latente de llamada que incitará a proseguir con "la labor" inicialmente realizada.
Esto no es nuevo y cualquier profesor o profesora con unos años de experiencia habrá podido comprobar que aunque siempre no pasa lo mismo, en la mayoría de ocasiones el final es similar y las consecuencias idénticas. El resultado externo y visible: un bien público o privado inutilizado tras un proceso lento y progresivo, con el consiguiente coste económico que conllevará su arreglo o sustitución.
El resultado interno e invisible es de un alcance mayor y más complejo. Entre otras consecuencias la más visible será el impacto en el clima escolar. Un clima escolar que entre otras variables también depende de la estructura física de la instalación y de su estado o mantenimiento, y así lo confirman la dimensión ecológica relacionada con el contexto físico en la taxonomía de Tagiuri (1962), o el componente físico relacionado con el mantenimiento de los aspectos físicos y materialesde la escuela, en la taxonomía de Gonder (1994).
Si intentamos aproximarnos al concepto de vandalismo de forma genérica lo podemos encontrar definido como el espíritu de destrucción que no respeta cosa alguna, sagrada ni profana. En la década de los 70 y 80 el vandalismo se definía como daño intencionado y no autorizado contra propiedades de la escuela, excluyendo el robo para obtener ganancias materiales (Trianes, 2000). En España, al vandalismo en la mayoría de los estudios sobre convivencia escolar se le considera como un tipo de violencia dirigida a propiedades con la intención de provocar su deterioro o destrucción y se ha localizado como una categoría más del comportamiento antisocial (Moreno Olmedilla, 2003).
En este caso el autor no se refiere a un vandalismo genérico y global, sino a un tipo de actuación muy frecuente y que podríamos encuadrar como una modalidad o subtipo de vandalismo escolar al que denomina "de baja intensidad". Se caracteriza por una hostilidad individual o colectiva en forma de acción u omisión maliciosa o intencional dirigida a dañar la integridad de objetos físicos privados y/o públicos, (mobiliario, equipos e instalaciones).
Un vandalismo referido única y exclusivamente a conductas puntuales y concatenadas a través de cortos espacios de tiempo contra el marco físico, y no al dirigido al destrozo del material de los compañeros. En este último caso nos aproximaríamos a una modalidad de maltrato entre iguales.
Igualmente y aunque la interpretación es difícil no se consideraría como tal la rotura por descuido o mal empleo que son frecuentes en la escuela.
¿Qué puede hacer el centro escolar? En este caso recomienda dos vías claras que pueden dirigir con cierta efectividad la respuesta. En primer lugar la preventiva y en segundo lugar y como complemento a la anterior, la normativa.
La primera vía sería de carácter preventivo que podría situarse a medio camino entre las vías liberal y radical que plantean Zwier y Vaughan (1984). Ante el mensaje que supone esa primera acción vandálica y sin entrar en su contendido o finalidad, sería recomendable evitar la aplicación inmediata de recetas prefijadas como por ejemplo el aumento de los mecanismos de controly vigilancia. El autor del trabajo sugiere actuar con celeridad pero enviando primero otro mensaje y este sería el de que "aquí hay alguien que cuida esto, que le importa y que por tanto actúa". Simplemente eso. Si no se actúa en modo y manera, y ese es el punto medular, la concatenación de actos similares suele ser inevitable. Pasar todos los días al lado de una pintada de contendido obsceno o injurioso no puede resultar cómodo para nadie, ni ver como cada día está más roto un lavabo, un armario o una estantería. Por eso no se puede ni debe ignorar la importancia de actuar con prontitud. El cómo y de qué manera puede ser muy amplio y discutible pero lo que sin ninguna duda puede resultar determinante, para evitar males mayores, es el efecto de una intervención temprana. Reparar el vandalismo rápidamente y con ello mostrar preocupación por la instalación contribuirá a desalentar futuros actos similares. Conviene no olvidar que la rapidez no puede nunca invisibilizar la importancia de la participación e implicación colectiva. Cualquier miembro de la comunidad educativa, especialmente el profesorado, debe informar en jefatura de estudios o secretaría de la incidencia o incluso voluntariamente implicarse con el alumnado en su reparación.
En la misma línea preventiva, el fomentar la territorialidad al involucrar al alumnado en el cuidado del edificio y los terrenos aumentará los sentimientos de pertenencia a la comunidad. Además contribuirá a todo ello una correcta señalización, mantenimiento y diseño de las áreas y materiales. Abrir la instalación y en general el espacio escolar al entorno beneficiará doblemente a nuestros objetivos. Por un lado cualquier actividad que haga que las personas salgan y trabajen juntos en un área escolar incrementará la participación de la comunidad con su proyectoy por otro, no debemos olvidar que cuanto más sea el número de personas involucradas en el cuidado del lugar, más ojos y oídos tendrá.
La segunda vía porta un mensaje bien distinto y podría relacionarse con la vía conservadora que plantean Zwier y Vaughan (1984). Ante la existencia de hechos vandálicos existe una respuesta de acuerdo con la normativa vigente. A nivel legislativo español el Real Decreto 732/1995 establece en su artículo 39 que los alumnos deben cuidar y utilizar correctamente los bienes muebles y las instalaciones del centro así como apunta las consecuencias de su incumplimiento. Este último viene tipificado en su artículo 52 y considera como falta grave los daños graves causados por uso indebido o intencionado en los locales, material o documentos del centro o en los bienes de otros miembros de la comunidad educativa. Esta normativa se contextualiza y particulariza a través de añadidos autonómicos y particulares de cada centro contemplados concretamente en su Reglamento de Régimen Interno y globalmente en su Plan de Convivencia. Otra cosa será la idoneidad de su adopcióno su tipo de aplicación atendiendo a los aspectos agravantes o atenuantes que se puedan producir (intencionalidad, reiteración, etc.).
El espacio está lleno de significados y como señala Santos Guerra (1994) su configuración, su uso, su apertura, su clausura, su ornamentación y ahora añadimos su mantenimiento y estado de conservación, constituyen una sintaxis en el discursode la escuela. Por ello se debe apostar por un escenario educativo en el que no tenga cabida el descuido ni el deterioro causados por el mal uso intencionado. Para evitar o disminuir este tipo de vandalismo conviene recordar que los problemas cuando son pequeños son más fáciles de arreglar y en este campo, como en tantos otros, prevenir sigue siendo mejor y mucho más barato que curar.
Ver trabajo completo en:
Intervención temprana en el vandalismo escolar de baja intensidad.
Sociedad y escuela
http://www.monografias.com/cgi-bin/jump.cgi?ID=155785
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