Arroz y niveles de cadmio



De una nota de Eroski Consumer
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El arroz es una de las plantas que absorbe con más facilidad elementos tóxicos de los suelos.
Por MAITE PELAYO Fecha de publicación: 10 de marzo de 2011
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Los metales pesados son un grupo de elementos químicos con cierta toxicidad para el ser humano. Algunos son esenciales, aunque en determinadas concentraciones pueden ser tóxicos en ciertas formas que representarían un serio problema medioambiental, según advierte la Autoridad Española de Seguridad Alimentaria (AESAN). Los metales pesados tóxicos más conocidos son el mercurio, el plomo y el cadmio. Un reciente informe emitido por una universidad china alerta de que un 10% del arroz producido en ese país contiene niveles excesivos de cadmio, un metal pesado perjudicial para la salud.
La investigación, realizada por la Universidad de Agricultura de Nankin, una ciudad localizada al este de China, ha analizado 91 tipos de arroz procedentes de mercados de seis zonas diferentes del país. Los resultados indican que una de cada diez muestras analizadas contenía concentraciones de cadmio excesivas, fuera del rango considerado seguro para la salud.

El problema se agrava en las muestras de arroz procedentes de regiones chinas con alta concentración de industrias químicas, debido a que estas plantas podrían contaminar el suelo para luego trasladar la contaminación al arroz, una de las plantas que con mayor facilidad absorbe este tipo de elementos tóxicos de los suelos. El estudio advierte de que la población agrícola residente en estas zonas es la más expuesta a los elevados niveles de cadmio y a sus efectos adversos, sobre todo porque cada día consume ese arroz local contaminado, sin variar su origen, frente al arroz adquirido en las tiendas, que en general sí varía su procedencia.
La peligrosidad de los metales pesados radica en que no son ni química ni biológicamente degradables y se acumulan, por tanto, en el medio ambiente y en los organismos. Una vez emitidos, sobre todo por la actividad industrial y minera, pueden permanecer en el ambiente durante cientos de años, contaminar el suelo, acumularse en las plantas y en los tejidos orgánicos y, por lo tanto, aumentar su concentración a medida que se avanza en la cadena trófica.

Respecto al cadmio, la AESAN también aclara que es un componente natural de la corteza terrestre, que se localiza en pequeñas cantidades asociado a otros minerales como el cinc, el cobre o el plomo. Su detección en el medio ambiente se debe, en especial, a la erosión, aunque su concentración puede incrementarse debido a actividades como la minería o por su uso en distintas aplicaciones, como las pinturas. Entre sus numerosos efectos tóxicos, la disfunción renal es la principal consecuencia derivada de una exposición prolongada. Por su impacto negativo sobre la salud, se limita la cantidad en los diferentes productos donde puede localizarse y, desde luego, en los alimentos.
Las distintas normativas, tanto europeas como internacionales, pretenden minimizar la cantidad en los alimentos, que son la principal fuente de ingestión de cadmio entre las personas no fumadoras (el tabaco es una importante fuente de cadmio). Su contenido máximo está limitado en los productos alimenticios, en particular en carne, vísceras, productos de la pesca, cereales -como es el caso del arroz-, frutas y hortalizas.
La absorción del cadmio en el aparato digestivo es baja (entre el 5% y el 10%). Sin embargo, al igual que ocurre con otros metales pesados, se acumula en el organismo, sobre todo en el hígado y en el riñón, con una vida media en humanos estimada en unos 20-30 años.

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