Por Profesor Hugo A. Francisquelo*
Cuando alguien entra al profesorado elige ser docente. El profesorado hoy ha dejado de ser exclusividad de algunas escasas disciplinas para, al igual que el conocimiento, crecer en múltiples direcciones y denominaciones. Los nomencladores de las Juntas de Clasificación no paran de aceptar nuevas denominaciones, requiriendo permanentemente de especialistas para dirimir los alcances de las novísimas titulaciones. Ya en el mundo más restringido del nivel medio, cada nueva reestructuración de las currículas también ha traído exquisitas nuevas nominaciones: Profesores de EGB3 y Polimodal, de Tecnología, de Formación Ética y Ciudadana, de Cultura y Estética, Profesores Tutores, próximamente Profesores de ETP (Educación Técnico Profesional), y el futuro nos dejará Profesores de Logística, de Gestión Mediática, de Sociedad y Realidad Contemporánea, de Participación y Gestión Comunitaria, y de toda cualquier buena intención de aproximar al educando a la nueva expansión curricular legítima, que impulsen las autoridades académicas, encargadas de diseños legítimamente generados por los órganos de decisión democráticamente elegidos.
Sin embargo, cuando un joven, o no tan joven, elige vocacionalmente ser docente, pasa por una verdadera iniciación ritual que le exige convencerse de cuál es la rama del conocimiento que legará a su vez a sus futuros educandos. Allí la denominación que adquiere su profesorado variará de un lado al otro tal como impone a un pequeño barco la mar embravecida, pero en definitiva optará por educar. En ese profesorado se incluyen una gama indefinida o mejor dicho infinita de materias de formación propias de la disciplinas y propias de la formación docente, entre las que se incluye la gestión y administración escolar. Muchos asumen esto último como una tortura, otros con desdén, y los menos con desagrado total, pero todos la cumplen rigurosamente. Cuando algunos años después el docente ya experimentado convive con esa formación puesta en práctica en la escuela, se da cuenta que no fue tan inútil, y prende en algunos la idea de integrarse al gobierno escolar. Claro está que no hay un lugar para todos, pero a nadie se le restringe la posibilidad de llegar, es decir todos tienen el democrático derecho de poder llegar, solo restringido por la vocación de servir en ese lugar.
Mientras tanto, cuando un individuo elige ser ingeniero, médico, esteticista, colchonero o rey de basto, elige construir un puente, un avión, o salvar un enfermo, es decir servir a la humanidad en el rol que elige. No elige enseñar, transmitir conocimientos, ni mucho menos administrar y gestionar a la educación, que es una sola.
En la Argentina, país de inmigrantes, país de emprendedores, tierra fértil y generosa, siempre la política, el fútbol y la educación han sido campos de extrema atracción para cualquier arribista. Siempre llegan bienvenidos de otras áreas a “salvar” la educación, porque nosotros los docentes no tenemos “jerarquía” académica o disciplinar. Falacia total. Sino pruebe Ud. señor, vaya Ud. docente de biología y con sus conocimientos atienda el resfrío de un barrio, y con la autoridad de uno de matemática calcule las chapas que debe reparar del último vendaval. Si le queda resto el de lengua, por favor con su verba ponga odas al sufrimiento de la falta de servicios. De ninguna manera. Como dice el dicho zapatero a tu zapato.
Ahora bien si un artista, si un experto en informática, un genetista, un automovilista de alta perfomance, deciden pletóricos de experiencia, de renombrada capacidad de trabajo, de extrema constricción al llamado del bien comunitario, llegarse a la educación para el engrandecimiento de la patria. No tiene más que un camino: de clase de su especialidad y vaya por un Instituto de Formación Docente o Universidad, pública o privada (solo importa la calidad). ¿Por qué?. Porque no alcanza la buena voluntad, el deseo y las glorias de otros campos del conocimiento. Nuestra disciplina y a su vez nuestra especialidad, la educación, no es un bien inventariable a partir del campo de acción de un señor/a que de tanto ver en su trabajo la realidad, termina por creer que puede dar clases, disciplinar a los alumnos y a los padres, generar la quintaesencia de la educación, y lo más descabellado administrar y gestionar una institución educativa.
Estoy casi reluctante de tanto escuchar en casi treinta años de práctica en la educación, de cambios salvadores, de nuevas estrategias, de nuevas teorías, de nuevos roles, pero de lo que estoy verdaderamente harto es de sentir a los arribistas de la educación creer que pueden reparar el daño que solo se hace la sociedad misma en la educativo, con su mentada experiencia de otros ámbitos. No, caballero/dama, primero vaya y aprenda de educación, obtenga un profesorado, diplomatura, etc. y deje su patente de corso: se enseña y se gestiona una escuela con un título. No quiera hacer sus laureles con tiza, pizarrón (netbook también), si no las pudo lograr en su empresa, laboratorio, casa de pesca o zapatería.
Colegas de los profesorados, no nos dejemos robar el sueño que elegimos, las escuelas las construimos nosotros, no la especialidad de una disciplina. Que no nos hagan creer que para dirigir y gestionar una escuela de nivel medio, cuya construcción básica apunta a lo propedéutico y a la formación ciudadana, deba ser dirigida por un especialista disciplinar, cuando esa disciplina tiene el mismo o menor impacto en la caja curricular, que educación física (presente en todos los formatos) al igual que lengua, matemática, humanidades y ciencias sociales, etc. las formaciones disciplinares son sólo orientaciones en el nivel medio, y si vamos al caso específico de artísticas y técnicas, no trascienden más que un bajo porcentaje de una multiplicidad de disciplinas que reducen el impacto sólo al nombre.
Finalmente, no permitamos que nos hagan creer que por que somos de Educación Física y somos muchos, o porque somos de ciencias sociales y creemos en los pajaritos, o porque somos de lengua y filosofía y somos unos volados, no podemos dirigir una escuela. Las escuelas se hunden por otras incapacidades no por las de una sola persona de tal o cual profesorado.
* Profesor en Historia UNPSJB
*Actualmente Director Colegio Técnico N° 748 (ex ENET N° 1 de Trelew)
Docente de Colegios de Trelew
ex- Director de Educación Polimodal de la Pcia. del Chubut (2003)
ex- Responsable de la Implementación de Polimodal y TTP en la Provincia del Chubut (1998-2003)
ex- Representante por la Pcia. En Congresos Federales para el Diseño de la Educación Polimodal y los Trayectos Técnico-Profesionales.
Cuando alguien entra al profesorado elige ser docente. El profesorado hoy ha dejado de ser exclusividad de algunas escasas disciplinas para, al igual que el conocimiento, crecer en múltiples direcciones y denominaciones. Los nomencladores de las Juntas de Clasificación no paran de aceptar nuevas denominaciones, requiriendo permanentemente de especialistas para dirimir los alcances de las novísimas titulaciones. Ya en el mundo más restringido del nivel medio, cada nueva reestructuración de las currículas también ha traído exquisitas nuevas nominaciones: Profesores de EGB3 y Polimodal, de Tecnología, de Formación Ética y Ciudadana, de Cultura y Estética, Profesores Tutores, próximamente Profesores de ETP (Educación Técnico Profesional), y el futuro nos dejará Profesores de Logística, de Gestión Mediática, de Sociedad y Realidad Contemporánea, de Participación y Gestión Comunitaria, y de toda cualquier buena intención de aproximar al educando a la nueva expansión curricular legítima, que impulsen las autoridades académicas, encargadas de diseños legítimamente generados por los órganos de decisión democráticamente elegidos.
Sin embargo, cuando un joven, o no tan joven, elige vocacionalmente ser docente, pasa por una verdadera iniciación ritual que le exige convencerse de cuál es la rama del conocimiento que legará a su vez a sus futuros educandos. Allí la denominación que adquiere su profesorado variará de un lado al otro tal como impone a un pequeño barco la mar embravecida, pero en definitiva optará por educar. En ese profesorado se incluyen una gama indefinida o mejor dicho infinita de materias de formación propias de la disciplinas y propias de la formación docente, entre las que se incluye la gestión y administración escolar. Muchos asumen esto último como una tortura, otros con desdén, y los menos con desagrado total, pero todos la cumplen rigurosamente. Cuando algunos años después el docente ya experimentado convive con esa formación puesta en práctica en la escuela, se da cuenta que no fue tan inútil, y prende en algunos la idea de integrarse al gobierno escolar. Claro está que no hay un lugar para todos, pero a nadie se le restringe la posibilidad de llegar, es decir todos tienen el democrático derecho de poder llegar, solo restringido por la vocación de servir en ese lugar.
Mientras tanto, cuando un individuo elige ser ingeniero, médico, esteticista, colchonero o rey de basto, elige construir un puente, un avión, o salvar un enfermo, es decir servir a la humanidad en el rol que elige. No elige enseñar, transmitir conocimientos, ni mucho menos administrar y gestionar a la educación, que es una sola.
En la Argentina, país de inmigrantes, país de emprendedores, tierra fértil y generosa, siempre la política, el fútbol y la educación han sido campos de extrema atracción para cualquier arribista. Siempre llegan bienvenidos de otras áreas a “salvar” la educación, porque nosotros los docentes no tenemos “jerarquía” académica o disciplinar. Falacia total. Sino pruebe Ud. señor, vaya Ud. docente de biología y con sus conocimientos atienda el resfrío de un barrio, y con la autoridad de uno de matemática calcule las chapas que debe reparar del último vendaval. Si le queda resto el de lengua, por favor con su verba ponga odas al sufrimiento de la falta de servicios. De ninguna manera. Como dice el dicho zapatero a tu zapato.
Ahora bien si un artista, si un experto en informática, un genetista, un automovilista de alta perfomance, deciden pletóricos de experiencia, de renombrada capacidad de trabajo, de extrema constricción al llamado del bien comunitario, llegarse a la educación para el engrandecimiento de la patria. No tiene más que un camino: de clase de su especialidad y vaya por un Instituto de Formación Docente o Universidad, pública o privada (solo importa la calidad). ¿Por qué?. Porque no alcanza la buena voluntad, el deseo y las glorias de otros campos del conocimiento. Nuestra disciplina y a su vez nuestra especialidad, la educación, no es un bien inventariable a partir del campo de acción de un señor/a que de tanto ver en su trabajo la realidad, termina por creer que puede dar clases, disciplinar a los alumnos y a los padres, generar la quintaesencia de la educación, y lo más descabellado administrar y gestionar una institución educativa.
Estoy casi reluctante de tanto escuchar en casi treinta años de práctica en la educación, de cambios salvadores, de nuevas estrategias, de nuevas teorías, de nuevos roles, pero de lo que estoy verdaderamente harto es de sentir a los arribistas de la educación creer que pueden reparar el daño que solo se hace la sociedad misma en la educativo, con su mentada experiencia de otros ámbitos. No, caballero/dama, primero vaya y aprenda de educación, obtenga un profesorado, diplomatura, etc. y deje su patente de corso: se enseña y se gestiona una escuela con un título. No quiera hacer sus laureles con tiza, pizarrón (netbook también), si no las pudo lograr en su empresa, laboratorio, casa de pesca o zapatería.
Colegas de los profesorados, no nos dejemos robar el sueño que elegimos, las escuelas las construimos nosotros, no la especialidad de una disciplina. Que no nos hagan creer que para dirigir y gestionar una escuela de nivel medio, cuya construcción básica apunta a lo propedéutico y a la formación ciudadana, deba ser dirigida por un especialista disciplinar, cuando esa disciplina tiene el mismo o menor impacto en la caja curricular, que educación física (presente en todos los formatos) al igual que lengua, matemática, humanidades y ciencias sociales, etc. las formaciones disciplinares son sólo orientaciones en el nivel medio, y si vamos al caso específico de artísticas y técnicas, no trascienden más que un bajo porcentaje de una multiplicidad de disciplinas que reducen el impacto sólo al nombre.
Finalmente, no permitamos que nos hagan creer que por que somos de Educación Física y somos muchos, o porque somos de ciencias sociales y creemos en los pajaritos, o porque somos de lengua y filosofía y somos unos volados, no podemos dirigir una escuela. Las escuelas se hunden por otras incapacidades no por las de una sola persona de tal o cual profesorado.
* Profesor en Historia UNPSJB
*Actualmente Director Colegio Técnico N° 748 (ex ENET N° 1 de Trelew)
Docente de Colegios de Trelew
ex- Director de Educación Polimodal de la Pcia. del Chubut (2003)
ex- Responsable de la Implementación de Polimodal y TTP en la Provincia del Chubut (1998-2003)
ex- Representante por la Pcia. En Congresos Federales para el Diseño de la Educación Polimodal y los Trayectos Técnico-Profesionales.
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