A Borges, como a su padre, le gustaba la paella, pero su plato preferido era mucho más sencillo. En su casa, en la mesa del Norte de la calle Charcas o en el Maxim’s de París, pedía lo mismo: arroz blanco con manteca y queso. Y si lo sentía sabroso, a punto, bien hecho, pensaba que, efectivamente, cada grano mantenía intacta su individualidad. Y, sí; era Borges.
Por Hugo Asch
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2 comentarios:
MIRE SI EN ESA INGESTA ESTUVIESE EL SECRETO...
SE DE MUCHAS UVAS, PERO NO RECUERDO DONDE LO LEI.
Jjaja, es bueno saberlo, que además de querer tanto a Cansinos Assens también era fan de la paella española. Saludos.
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