La educación sexual obedece a una necesidad de estructurar y potencializar el crecimiento sexual más que prevenir "los males que trae consigo la vida sexual". La educación para la sexualidad no tiene sentido solo por el hecho de que exista la necesidad de reducir embarazos tempranos, SIDA o enfermedades de transmisión sexual. Niños, niñas, jóvenes y adultos necesitamos aprender a vivir nuestra sexualidad. Como lo planteaba ya Lester Kirkendall (1986) :"(…) la meta de la educación sexual no sería suprimir o controlar la expresión como lo era en el pasado, sino mostrar las inmensas posibilidades de realización humana que la sexualidad ofrece".
La educación para la sexualidad es un proceso vital que se inicia desde que nacemos hasta que morimos, por lo tanto deberá adaptarse a cada momento evolutivo respondiendo a sus necesidades, intereses, conflictos y expresiones sexuales. Cada edad requiere de ciertos contenidos, implica diferentes objetivos y exige una metodología adecuada a las capacidades psicológicas y a los estilos de aprendizaje propios de cada edad. Ciertos tópicos son de interés y necesarios en ciertas edades, pero en otras ya no lo son.
Educar para la sexualidad es mucho más que transmitir conocimientos acerca de la sexualidad, por ejemplo, que los adolescentes tengan información sobre la reproducción y la anticoncepción no es suficiente para que desarrollen actitudes y prácticas de paternidad y maternidad responsable. Educar sexualmente tiene que ver con la información y la estructuración de valores, actitudes y sentimientos positivos frente a la sexualidad. Si bien es cierto que dar información sexual exacta y veraz es importante, no es el único objetivo de la educación sexual, dar información es una cosa y formar es otra, brindar información sexual no garantiza que los estudiantes adquieran valores y actitudes positivas para vivir su sexualidad basada en el respeto, la responsabilidad, la autonomía, el amor, la reciprocidad, etc.
La educación sexual en cualquier ámbito debe implicar a la persona en su totalidad, debe partir de las vivencias, las experiencias, los conocimientos, las creencias, los temores, las emociones, las actitudes y las características personales de los y las educandos (sean estudiantes, docentes, madres y padres). Generalmente la educación sexual se ha dirigido al dominio de lo cognitivo, descuidando los aspectos afectivos, actitudinales y comportamentales.
La educación sexual escolar se propone como un proceso sistemático e internacional, es decir requiere de una programación y de una planeación. Como en cualquier otra área de la educación se hace necesaria una organización anticipada de los temas a tratar, de la metodología a implantar, de los recursos y la forma de evaluar.
La educación sexual que aquí planteamos propone implicar la participación activa y comprometida de todos y todas. Contrario a los esquemas tradicionales, la nueva educación sexual se caracteriza por el hecho de que padres, madres, estudiantes, directivos y docentes se hacen responsables de su propia educación sexual. Tal como lo plantea el pedagogo brasileño Paulo Freire: "nadie nos educa, todos nos educamos mutuamente".
En resumen entenderemos la educación sexual como:
"El proceso vital mediante el cual se adquieren y transforman, formal e informalmente, los conocimientos, las actitudes y los valores respecto de la sexualidad en todas sus manifestaciones, que incluyen desde los aspectos biológicos y aquellos relativos a la reproducción, hasta los asociados al erotismo, la identidad y las representaciones sociales de los mismos. Es especialmente importante considerar el papel que el género juega en este proceso." UNFPA 2003
Mamerto Sanchez Casas
La educación para la sexualidad
Definición, objetivos, mitos. Perfil del educador
http://www.monografias.com/cgi-bin/jump.cgi?ID=165711
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