Y con el verano se adelantaron los recuerdos; y con los recuerdos también se adelantaron las palabras; y con las palabras no puedo más, no puedo más , pronunciadas por Adolfo Bioy Casares segundos antes de morir en una clínica de Buenos Aires, también se adelantaron algunos de los recuerdos que rodarán, a partir de hoy, por el mundo cuando se pregunte por el autor de La invención de Morel.
EL TIEMPO reproduce algunos de los momentos que habrán de recordar la sencilla, discreta y juvenil manera como Bioy Casares entendió la vida y el oficio de escribir.
Los comienzos Antes de leer el Quijote, en dos ocasiones tomé la pluma para escribir literariamente. En la primera lo hice para llamar la atención de una muchacha; en la segunda para imitar a Conan Doyle y a Gaston Leroux. Debo aclarar que en aquella época mis ambiciones no eran literarias. Lo que yo realmente quería era correr cien metros en nueve segundos y ser campeón de box y de tenis .
(...) Si mal no recuerdo, antes de concluir el primer capítulo supe que yo quería ser escritor. Sin duda lo quise para contar, en tono despreocupado, historias de héroes que dejan la seguridad de su casa o de su patria y el afecto de su gente, para aventurarse por mundos desconocidos .
*** Cuando yo escribí unos primeros cuentos, que eran pésimos, mi padre me los corrigió y un profesor me dijo: por qué permites que te corrija? Porque el texto queda mejor contesté.
*** (Mi madre) quería que yo también tuviera esa disciplina. Cuando yo me quejaba de algo le parecía muy mal, no había que quejarse. Pero yo únicamente he logrado ser tan adusto con mis libros con la salvedad de los que escribí antes de La invención de Morel, que espero que no resucite nadie .
LA PRIMERA NOVELA Mi primer libro vergonzosamente para mí ahora, se llamaba Prólogo e intentaba ser el prólogo a mi obra literaria .
*** (...) Yo diría que el talento se necesita al comienzo después viene el oficio y con los años el talento se acaba y no hay oficio que valga .
Jorge luis Borges Me encargaron un folleto seudocientífico y comercial sobre la leche cuajada y el yogur. Como pagaban bien le propuse a Borges que lo escribiéramos juntos. Cuando estábamos haciendo ese trabajo, que me atrevería a decir era aburrido, comentábamos que lo que realmente valdría la pena sería escribir cuentos juntos .
EL OFICIO Procuro escribir con el máximo cuidado y, encima, soy bastante lento. Aunque me encantaría, nunca he podido escribir una página sin volver atrás, sin corregir de nuevo, sin cambiar algo porque lo siguiente hace imposible lo anterior. El comienzo es siempre lo más fatigoso, no porque no sea lo que quiero decir, sino porque me cuesta decirlo de un modo que me satisfaga .
Trabajo mucho al principio y por eso creo que mis comienzos han de ser mejores que mis finales .
CUENTOS O NOVELAS? No sé que me gusta escribir más. me sobrecoge un poco la idea de meterme en una novela porque tardo mucho y sé que hay momentos de abatimiento. Uno se pregunta: una idea justifica todas estas páginas, no estoy envanecido con una pequeña invención que tuve o con una pequeña ocurrencia y la estoy extendiendo o estoy haciendo a la gente pasarse días leyendo esta pavada mía? Eso no pasa con los cuentos porque los leerán en un rato y se acabó.
LA INVENCION DE MOREL Qué libro suyo sugiere leer primero? La invención de Morel.
Sobre La invención de Morel dicen que ha marcado el verdadero inicio de su carrera. Lo considera cierto, por qué? Porque fue el primer libro aceptable que escribí. Los seis anteriores eran los peores de la literatura.
Y la gloria, qué? Tengo por afortunada casualidad la circunstancia de que mi primera ambición literaria no haya sido de gloria, sino de suscitar algún día en los lectores una fascinación como la que despertó en mí una novela. Quien aspira a la gloria, piensa en sí mismo y ve a su libro como un instrumento para triunfar. Sospecho que para escribir bien, debemos pensar en el libro, no en nosotros .
A todo galope, al cielo Apartes de la entrevista realizada por Daniel Olivera a Adolfo Bioy Casara, para Noticias, el 13 de noviembre de 1994 Le duele ser el último Bioy de la estirpe? Creo que no. Más bien que me gustaría que hubiera algún otro que continuara el apellido en la Argentina. Es un apellido bastante raro, parece japonés, no? Le hubiera gustado tener un hijo varón? Qué se yo!... Si me hubiera llevado bien con él, me hubiera gustado. Con mi hija Marta me llevaba bien, compartíamos muchas cosas.
En realidad usted siempre se llevó mejor con las mujeres que con los hombres.
Será porque me gustan bastante ellas y se sentirán halagadas por eso. Tampoco soy el campeón mundial de los mujeriegos. He tenido las necesarias, lo que es mucho.
Si Silvina (Ocampo) estuviera viva, seguramente no pensaría lo mismo...
Ella siempre me decía: vos siempre volvés a mis brazos porque me amás . Y era verdad. Pero no se ama de una sola manera, a pesar de que las mujeres dicen que sí.
Cuál es su mejor momento del día? Es muy difícil contestar eso. Quizás al despertar, porque uno comprueba que va a vivir un día más.
Alguna vez se sintió vencido? Por ahora no. Ojalá no me dé cuenta el día en que lo esté. Espero morirme creyendo que voy a seguir escribiendo, que venga la muerte de un momento a otro. Me gustaría decir, segundos antes de la muerte, lo mismo que un personaje de un libro que estoy leyendo: Rápido cochero, a todo galope, al cielo .
En memoria de Bioy ERNESTO SABATO (Escritor argentino) Todo esto me pone muy mal. A medida que se me van muriendo los que han estado en aquella época, parece ser finalmente que es algo muy triste, muy melancólico, muy funerario .
MARIO BENEDETTI (Escritor uruguayo) Bioy Casares, a quien conocí hace unos años durante una feria del libro en Buenos Aires, era un hombre simpático, que supo escuchar, que introducía el humor en sus cuentos y novelas, y que no utilizaba el agravio. Muertos Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y ahora Bioy Casares, a los argentinos les está quedando Ernesto Sabato como último grande de la literatura.
CAMILO JOSE CELA (Escritor español) Bioy Casares era tan gran persona como escritor. Me honraba con su amistad y cada vez que iba a Buenos Aires o él venía por Madrid, nos veíamos.
MEMPO GIARDINELLI (Escritor argentino) Bioy nos deja libros fundamentales como La invención de Morel y la increíblemente vigente Diario de la guerra de un cerdo, pero sobre todo nos enseñó dos cosas de valor inapreciable: una estética basada en la imaginación al servicio del buen gusto y una conducta intelectual irreprochable
Fuente: nota de archivo http://www.eltiempo.com/
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