Cosas de los setenta y dos años, poco más o menos



Una ventaja de ir alcanzando escalones más elevados en camino ascendente de la vida es que uno puede decir cualquier tontería porque la gente lo toma como una "cosa de viejo" o, para quedar socialmente mejor, como un efecto más del mal de Alzheimer.
Decir, por ejemplo, que el setenta y dos es el número natural que sigue al setenta y uno y precede al setenta y tres, pensamiento profundo que moviliza a quienes estén cerca a alcanzarme una tacita de té con un tranquilizante que me haga dormir (y así que me deje seguir diciendo tonterías así).
Y si eso fuera poco y las personas más próximas requirieran una sobredosis de naderías, podría apelar a recursos algo más agresivos tales como que el 72 es un número compuesto, que tiene los siguientes factores propios: 1, 2, 3, 4, 6, 8, 9, 12, 18, 24 y 36, que como la suma de sus factores es 123 > 72, se trata de un número abundante, o que el 72 es la suma de cuatro primos consecutivos (13 + 17 + 19 + 23) y de seis primos consecutivos (5 + 7 + 11 + 13 + 17 + 19).
De no ser suficiente, quizá porque alguno de mis acompañantes luzca diversos doctorados en ciencia o esté comprando los suplementos semanales culturales de un periódico nacional en su edición dominguera, dispongo siempre de tres poderosas bombas que provocan que se me retire apresuradamente del salón rumbo al lugar más alejado posible desde el que los sonidos que emita lleguen prácticamente inaudibles a quienes evidentemente no tienen ningún interés es prestarles alguna atención. Tales bombas son, a saber, "El 72 es el número atómico del hafnio.", "72 es el porcentaje de agua del cuerpo humano" o, la más mortífera, "72 es el número de horas en tres días".
No hagas caso a lo que digo. Son cosas de viejo.

Daniel Galatro
Esquel - Chubut - Argentina
28/12/2016


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