Esta es la tercera entrega del ensayo que analiza la ceguera en la poesía del escritor argentino Jorge Luis Borges. Se han incluido Poema de los dones y On his blindness, textos poéticos inspirados en su amaurosis.
Poema de los dones (1960)
Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden
las albas a su afán. En vano el día
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.
De hambre y de sed (narra una historia griega)
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esta alta y honda biblioteca ciega.
Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.
Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.
Algo, que ciertamente no se nombra
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.
Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá dado
los mismos pasos en los mismos días.
¿Cuál de los dos escribe este poema
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?
Groussac o Borges, miro este querido
mundo que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido. (1)
Los primeros cuatro versos de este famoso poema fueron escritos cuando Borges fue nombrado Director de la Biblioteca Municipal de Buenos Aires, ya ciego. Así, gracias a su ingenio burlón, una víctima de su sátira es Dios. Este recurso aparece a lo largo de la obra de Borges, pero en este poema Dios sólo es referenciado al inicio, pues el tema principal es la ceguera como un don: la noche que representa -para él- la incapacidad de verlos (2).
Jorge Luis Borges, en el cuarto verso del cuarto cuarteto habla de una alta y honda biblioteca ciega. Alto como era, y pleno en los conocimientos que incluían los retinianos, se puede sospechar que esa biblioteca era su retina: honda y ciega.
Cuando al final del poema refiere a Paul-François Groussac, lo hace porque éste también fue ciego y director de la Biblioteca Nacional de Argentina. Groussac, por su parte, se sabe que padeció glaucoma y que perdió la vista luego que, en 1926 y con 81 años, fuera intervenido quirúrgicamente. Borges creía que Groussac era muy valiente por no haber escrito ningún poema de su ceguera (2).
La importancia emocional que Borges le imprimió a este poema se demuestra porque aún estudió otros directores ciegos de la Biblioteca Nacional, y encontró que José Mármol había sido también Director de la Biblioteca Nacional en el período de 1868 a 1871. Su enfermedad oftalmológica no es clara (2).
Poema On his Blindness (1972)
Indigno de los astros y del ave
que surca el hondo azul, ahora secreto,
de esas líneas que son el alfabeto
que ordenan otros y del mármol grave
cuyo dintel mis ya gastados ojos
pierden en su penumbra, de las rosas
invisibles y de las silenciosas
multitudes de oros y de rojos
soy, pero no de las Mil Noches y Una
que abren mares y auroras en mi sombra
ni de Walt Whitman, ese Adán que nombra
las criaturas que son bajo la luna,
ni de los blancos dones del olvido
ni del amor que espero y que no pido. (3,4)
Nuevamente, el tono del poema es melancólico, al autodenominarse el autor de indigno. La ceguera de Borges, en esta etapa, continuaba afectada por su aparente estado de ánimo, acentuado al referir al amor ausente en su vida (Borges se casó dos veces, pero no tuvo hijos).
La frase más significativa, sin duda, es cuando habla de sus «gastados ojos» en este poema creado por inspiración de un poeta inglés a quien Borges admiraba: John Milton (5,6). Este último también fue ciego y escribió un soneto titulado de la misma forma: On his blindness (7).
También se destaca que, en su versión de On his blindness, Borges refiere a Las Mil y Una Noches, a Whitman y a Adán, y este juego referencial es constante en su obra (8).
La ceguera fue un acontecimiento que marcó a Jorge Luis Borges de manera radical: fue el inicio de algo nuevo, que enfrentó sin dejarse acobardar. (2) (fig. 1). Esto es debido a que su afición por la lectura fue interrumpida por ella, motivo por el cual reflexionó sobre el tema de la memoria y el olvido, figuras con las que peleaba internamente para traer los archivos de sus lecturas de la juventud. Así, cuando afirma su orgullo por sus páginas leídas, mientras que otros se enorgullecen de sus páginas escritas, hay una relación directa con la ceguera: que no le permitió leer más. Además, la ceguera le permitió introducirse más en las literaturas anglosajona y escandinava. Él mismo declaró el año en que perdió la vista casi por completo: 1955.
Otro recurso que es presente en la obra poética de Borges es la muerte como un despertar: en sus cuentos El otro, y en poemas como El Enigma, el autor se define a sí mismo como alguien que ya no es él, y que quizá con la muerte podría despertar (y quizá volver a ver). Así, la ceguera que sufre en este mundo se presenta en el otro mundo (el de la muerte) como un obstáculo que probablemente se vencerá. Pero no se encerró en el tema de la ceguera y ensayó sobre la vida, la muerte, la inmortalidad y la divinidad alejándose de la estrechez de la amaurosis (9).
Es interesante también que nunca mencionó los síntomas paralelos a la presencia de su ceguera: en caso de glaucoma, hubiera mencionado irritación o dolor ocular, ojo rojo o pérdida del campo visual. La única sentencia en la que habló de sus signos clínicos oftalmológicos es la ya citada frase de «ojos gastados».
En el hipotético caso de que Jorge Luis Borges hubiera vivido en nuestro tiempo -y si su diagnóstico final fuese glaucoma-, si el daño al nervio óptico aún no se hubiera instalado, la mejor herramienta terapéutica sería elegida entre las tres opciones que hoy se tienen: la farmacológica, el láser y el abordaje quirúrgico (10).
Con respecto al desprendimiento de retina, algunos autores (11) afirman que su ceguera fue causada por un traumatismo durante un partido de fútbol en su juventud, y que ésa es una de las principales razones por las que el genio argentino odiaba este deporte. Dicha hipótesis es débil pues Jorge Luis Borges jamás confesó esto y además su ceguera fue progresiva y no brusca, como ocurre en los desprendimientos retinianos.
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