Sostengo en mis manos la foto de Bioy. Borges, serio, de riguroso traje oscuro y camisa clara parece mirar algo que escapa al contexto de la imagen. Pienso que tal vez podría haber estado atento a una conversación (¿con el padre de Bioy, con Silvina, con alguna de las personas que solían cenar en casa de los Bioy?), y que al advertir la presencia de su amigo, posó para la fotografía tal como me dijo María Esther.
Devuelvo la imagen a su lugar y agarro otra. La instantánea fue tomada en el living del departamento de Borges, a fines de 1975. Doña Leonor había muerto meses antes, y el poeta -que vivía con Fani, la mucama- pasaba largas horas en compañía de sus amigos. Sentados en un sillón, Alicia y Borges conversan y parecen no haberse dado cuenta de que los fotografiaban. En el revés de la cartulina, segundos antes de dármela, Alicia escribió: “Guardo, no sin melancolía, la imagen de aquel hombre solitario en su noche sin fin”; son las últimas palabras de un poema que le escribió a Borges cuando se cumplieron veinte años de su muerte y que conservo junto a escritos que ella me ha regalado y a las tantas cartas que hemos cruzado desde hace tiempo hasta la actualidad.
Una última fotografía, de 1981, muestra al autor de Ficciones conversando con Alicia, esta vez en la Academia de Letras. Fue sacada después del acto en el cual se presentó a la escritora como sucesora de Victoria Ocampo en la Institución. Ese día, Borges la recibió con un emotivo discurso, y ella lo agradeció y leyó unas páginas de homenaje a Victoria en las que ahondaba en su labor literaria.
Estas tres imágenes de Borges me han acompañado durante años. Las recibí de manos de personas cuya amistad valoro sobremanera y forman parte de esos tesoros personales que ningún ladrón se atrevería a llevarse (sí, gozan de ese privilegio; por eso espero que sigan a mi lado hasta el final)
Axel Díaz Maimone
1 comentario:
Qué emotivo Amigo Axel. Me encanta cómo haces revivir los momentos de antaño. Ya te imagino con las fotos en mano y viéndolas y escribiendo. Un abrazo. Franz Vásquez
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