María Kodama, 30 años menor que Borges, lo acompañó en sus viajes para ejercer el enorme privilegio de ser sus ojos. Con una cámara al hombro y la capacidad de traducir el mundo para él, se convirtió en su musa, en la niña de sus ojos. Así, encontramos toda una serie de Haikus en el libro “La Cifra” dedicados a ella, “¿es o no es el sueño que olvidé antes del alba?”. Un atlas para ellos, dice María Kodama, era “un pretexto para entretejer en la urdimbre del tiempo nuestros sueños hechos del alma del mundo”, un lugar para el amor en su acepción más verdadera. No obstante, este amor se ha visto manoseado y ninguneado después de la muerte de Borges; pleitos y reclamos por derechos de autor han conseguido enemistar a muchos intelectuales con la viuda Kodama.
El Poeta ciego y la niña de sus ojos
María Kodama, 30 años menor que Borges, lo acompañó en sus viajes para ejercer el enorme privilegio de ser sus ojos. Con una cámara al hombro y la capacidad de traducir el mundo para él, se convirtió en su musa, en la niña de sus ojos. Así, encontramos toda una serie de Haikus en el libro “La Cifra” dedicados a ella, “¿es o no es el sueño que olvidé antes del alba?”. Un atlas para ellos, dice María Kodama, era “un pretexto para entretejer en la urdimbre del tiempo nuestros sueños hechos del alma del mundo”, un lugar para el amor en su acepción más verdadera. No obstante, este amor se ha visto manoseado y ninguneado después de la muerte de Borges; pleitos y reclamos por derechos de autor han conseguido enemistar a muchos intelectuales con la viuda Kodama.
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