Sigilosos submarinos se sumergen en el Golfo de México con la precisión de las aves de rapiña. Exploradores con aspecto de robots buscan gotas de petróleo en las profundidades. Sistemas informáticos analizan muestras al instante. Todo para evaluar el impacto del desastre.
Estos equipos, que se emplean para medir la cantidad de plancton o para buscar fuentes hidrotermales en el suelo marino, ahora se aplican a estudiar qué ocurrió con los casi cinco millones de barriles de petróleo (unos 758 millones de litros) que comenzaron a derramarse por el Golfo el 20 de abril.
Ese día la plataforma de exploración Deepwater Horizon, arrendada por la multinacional British Petroleum (BP), sufrió una explosión y el 22 se hundió. Sólo pudo detenerse el derrame desde el 15 de julio.
La estadounidense National Science Foundation (Fundación Nacional de la Ciencia) financió 60 proyectos de investigación en el Golfo, por un total de siete millones de dólares. BP prometió que invertirá 500 millones de dólares durante una década en estos estudios.
Un equipo del Instituto Oceanográfico Woods Hole (WHOI por sus siglas en inglés), cercano a la nororiental ciudad de Boston, fue al Golfo y volvió con "millones" de datos que analizar, dijo a Tierramérica el oceanógrafo Christopher Reddy.
De una nota enviada por Julio Victorio Puzzillo
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