El libro “Borges, profesor” reveló tras una investigación las clases del escritor. Sus detalles, pasiones y la mirada que tenía sobre sus colegas en el ámbito intimista de un salón, en la UBA, durante 1966.
El libro Borges, profesor es resultado de una labor detectivesca de los investigadores Martín Arias y Martín Hadis, que recobraron de unas viejas transcripciones una faceta desconocida de Jorge Luis Borges (1899-1986), la de docente.
Ese intenso trabajo de compaginación e indagación –reeditado por Emecé– revela un perfil de Borges que no había sido documentado y sólo era recordado por los estudiantes de Letras que asistieron a un curso de Literatura Inglesa que el escritor dictó, en 1966, en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
“Es extraño escuchar las clases a través del papel”, dice Hadis, en diálogo con Télam, sobre el libro que reúne las 25 lecciones que fueron grabadas en cinta magnetofónica; en esa época todavía no existían los cassettes.
De esas cintas “sólo se conservan viejas transcripciones en muy mal estado”, cuenta Hadis, realizadas por alguien que no sabía de literatura ni idiomas, por lo que la reconstrucción de los versos, fragmentos de textos y autores citados por Borges en clase fue un verdadero rompecabezas.
El minucioso trabajo detectivesco obsesionó a Arias y Hadis desde un principio y tuvo que ver con realizar constantemente, durante los dos años que les insumió la investigación, operaciones lógicas eliminando factores y posibilidades en los blancos y errores de esas hojas.
El interruptor de esta agotadora pero satisfactoria labor fue un descubrimiento azaroso, cuando un conocido de Arias le comentó como al pasar que tenía desgrabaciones de las clases que había tomado con Borges en la UBA –de esto hace hoy más de cuatro décadas– “y le pasó la transcripción del curso completo con todos los errores originales, sin ninguna corrección”, señala Hadis.
“Más allá del inconveniente que esto nos significó, en cuanto a caudal de trabajo y búsqueda, significaba una ventaja invaluable. Contábamos con horas y horas en esas hojas de Borges hablando en un lenguaje muy coloquial con una intención a la que estamos poco habituados a relacionar con él”, asegura.
Ocurre que, como docente, Borges se esfuerza por escapar de las digresiones habituales en las que incurría como conferencista o al ser entrevistado, y logra una hermosa labor pedagógica, guiado en sus clases por el placer literario, el afecto por cada una de las obras que aborda y el deseo de contagiar su entusiasmo a los alumnos.
Los vikingos, las odas guerreras de Maldon y Brunanburh, el himno de Caedmon y Beowulf –que compara con los compadritos–; Coleridge, Shakespeare y Macpherson son sólo algunas obras y nombres a los que alude en las clases, dejando en claro su predilección por el inglés antiguo y que no cita para demostrar conocimiento, porque no le importa tanto la exactitud del dato como la idea, el concepto.
“He enseñado exactamente 40 trimestres de literatura inglesa en la facultad, más que enseñado he tratado de traducir el amor de esa literatura”, aseveró Borges sobre su paso por la UBA, adonde ingresó en 1956 a partir de una solicitud en la que sólo escribió: “Sin darme cuenta me estuve preparando para este puesto toda mi vida”.
Armar este volumen “fue como correr detrás de un Borges que se perdía entre los libros en una biblioteca”, rememora Hadis la idea con que comienza el prefacio de Borges, profesor, para ilustrar sus búsquedas incansables que hoy aparecen a pie de página completando un año, un nombre, unos versos faltantes o mal escritos, o una oscura leyenda oriental.
“El último hallazgo recuerdo que fue el nombre de un germanista, Palgrave, que no aparecía en ningún lado –no estaba en las crónicas, ni en las antologías, las traducciones o las conferencias–. No podíamos hallarlo hasta que di con un prólogo suyo donde lo nombra, dos años más tarde”, señala.
Y agrega: “Hay una clase, por ejemplo, donde se nota que se apagó el grabador en los últimos 10 minutos y después de mucho andar me acordé de un artículo sobre literatura germánica medieval donde hablaba de lo mismo; esos últimos minutos fueron restaurados con esa información”.
Borges, profesor es un gran aporte para reconstruir la figura de este escritor, conocido por el genio de su prosa y su poesía –tema de estudio en estos días–, incluso como conferencista, pero nunca como enseñante. Como bien lo define Hadis: “Un portal en el tiempo y el espacio que permite asomarse a esas clases”.
Fuente: http://www.elciudadanoweb.com/
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