En estos cuentos, Borges retoma sus temas favoritos y, de acuerdo con su acostumbrada modalidad inventiva, les da un imprevisto y deslumbrante planteo. El autor arriesga en cada página una nueva imaginación del universo fantástico, el universo más cabal de la literatura, que él como ninguno supo crear. Reconocida su capacidad para construir metáforas estéticas de trascendencia filosófica, los relatos aquí incluidos agudizan la intriga de la trama y las situaciones personales que cada protagonista debe afrontar; los desenlaces justos, matemáticos, nunca pierden la sensibilidad característica de sus poemas. Los dieciocho cuentos que componen El aleph cumplen su milagro geométrico de un estilo riguroso y a la vez comunicativo y sugerente.
A los que buscan el Borges brillante de los interminables juegos mentales, están destinados El Zahir, Los dos reyes y los dos laberintos, Los teólogos, el propio Aleph que da título al libro, y otros. Quienes prefieren al Borges caminador de Buenos Aires, de este escenario que siempre está dando fondo y perspectiva nacional a su obra, encontrarán El muerto, La espera y Emma Zunz -divulgado por el cine con el nombre de Días de odio-. Tampoco faltan aquí la historia y la tradición: Biografía de Tadeo Isidro Cruz, La otra muerte y La historia del guerrero y la cautiva, son momentos de la permanente nostalgia argentina de Jorge Luis Borges.
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