Las cartas iban y venían, cruzando la frontera argentino-uruguaya. De este lado del río, Leonor Acevedo, la madre de Jorge Luis Borges. Del otro, Esther Haedo de Amorim, su prima segunda casada con Enrique Amorim, afincada en Salto, Uruguay.
Durante más de tres décadas -entre 1937 y 1971-, Esther guardó meticulosamente todas las cartas que le enviaba Leonor. Se juntaron doscientas. Y gracias al trabajo de Alejandro Vaccaro, un biógrafo de Borges, hoy -y sólo por hoy- quienes se acerquen al Centro Cultural que lleva el nombre del escritor (Viamonte y San Martín, de 18 a 21) podrán encontrarse con ellas y revivir, aunque sea por unos minutos, las últimas noticias sobre "Georgie" (así lo llama su madre en las cartas) y Norah, la hermana.
cartas, cegueraPero, también, la preocupación y la angustia de una madre que asiste impotente a la progresiva pérdida de visión de su hijo. Será la primera vez que el público pueda acceder a estos escritos. Las cartas, además, abundan en referencias de la señora al gobierno peronista, que detestaba profundamente.
Leonor Acevedo tuvo una relación muy estrecha con su hijo. De hecho, Borges vivió toda su vida con ella hasta el momento de su muerte, en 1975, con excepción de los dos años en que el escritor estuvo casado con Elsa Astete, a fines de la década del 60. Las cartas tienen un valor incalculable para quien se siente tentado a espiar la vida del escritor desde lo cotidiano.
Hace pocos años, la destinataria de las cartas murió. Así, Alejandro Vaccaro se acercó a la familia, sin imaginar el tesoro que le aguardaba. "Así somos nosotros -dice-, como los buitres, porque en general la gente siempre conserva algo."
Anteojos para Georgie
El biógrafo guarda las cartas dentro de folios, en carpetas. Están asombrosamente bien conservadas. Algunas, escritas en hojas rayadas. Otras, con membrete de algún hotel, enviadas durante los viajes, o en papel de color.
En todas se repite esa letra angulosa y chatita de Leonor, que invariablemente se dirige a su prima como "Mi preciosa".
El trazo se va volviendo más frágil en las últimas, de mediados de los 70, cuando la mujer tenía más de 90 años. En algunas, al final del texto de Leonor, aparece la letra de imprenta prolija y muy pequeña de Jorge Luis Borges.
Sacar las cartas de los folios donde se conservan, desplegarlas y descifrar los garabatos de tinta negra es una experiencia casi mágica. ¿Qué se lee allí?
Por ejemplo, al final de una, fechada el 16 de agosto de 1950, Leonor le cuenta a Esther las novedades. Y le dice que "Georgie ha vuelto radiante de su viaje aéreo al Chaco y Misiones". Al final, el autor agrega unas líneas, para el marido de Esther, que grafican sutilmente su genialidad: "Querido Enrique: gracias por el fluido Bonjour á la Seine . Otro río menos ilustre y más hermoso que el Sena, he conocido en estos días: el Alto Paraná. Un abrazo, Georgie".
En otras, Leonor no puede contener la angustia por la salud de Georgie, como en ésta, fechada el 6 de junio de 1955: "... A ver si el año próximo le pueden dar a Georgie anteojos para leer y escribir, pues el hacerlo dictando no acaba de satisfacerlo. Me siento tan necesaria que tiemblo con la idea de enfermarme o que la vejez haga de las suyas, ya que ahora soy sus ojos..."
Fernando Halperin
Foto: Sergio Llamera
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