En Historia universal de la infamia está Borges de cuerpo entero, manejando lúcidamente ese estilo suyo, donde nunca falta ni sobra una palabra, y en donde el sentido poético alterna con el humorismo y la erudición.
Borges se apresura a afirmar modestamente que estas páginas son solo "el irresponsable juego de un tímido que no se animó a escribir cuentos y que se distrajo en falsear y tergiversar (sin justificación estética, alguna vez) ajenas historias".El lector advertirá sin esfuerzo que precisamente ese juego es el fruto admirable de la riqueza de la invención, del sabor alegórico de los temas y de una ironía sutil; rasgos todos que aquí, como en tantas otras de sus producciones, dan al arte de Jorge Luis Borges su sello inconfundible de señorío y originalidad.
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