La teoría kantiana del conocimiento


En el Prólogo de la 1ª Edición (1781) de la "Crítica de la Razón Pura", Kant comienza haciendo de manera provisional (como hipótesis de trabajo) una afirmación general tomada de Hume y de los empiristas ingleses:

"TODO CONOCIMIENTO PROCEDE DE LA EXPERIENCIA".

Esta afirmación no es definitiva, ya que para Kant, como sabemos, no todo conocimiento procede de la experiencia ; pero le sirve de punto de partida para hacerse la siguiente pregunta: ¿cómo es posible la experiencia?

En seguida contesta que la experiencia se nos hace posible desde el momento en que podemos hablar acerca de ella: mediante JUICIOS, ya sean ANALITICOS ("a priori") o SINTETICOS ("a posteriori").

En los primeros, "juicios analíticos" (o "verdades de razón", si empleamos la terminología leibniziana), el predicado está contenido en el sujeto ; esto los hace ciertos, pero vacíos.

En los "juicios sintéticos" (o "verdades de hecho"), en cambio, el predicado no está contenido en el sujeto ; como están basados directamente en la experiencia, no son ciertos, pero tampoco son vacíos.

Según Kant, ni los juicios analíticos ni los sintéticos son capaces de decir algo sobre lo real con carácter universal y necesario. No son, por tanto, útiles para la ciencia.

Propone entonces un nuevo tipo de juicios que reúnan las ventajas de los dos anteriores, pero sin sus inconvenientes: son los llamados Juicios sintéticos "a priori" ; estos juicios son ciertos (al ser "a priori"), pero no son vacíos (ya que son "sintéticos").

Cualquier afirmación procedente de las Matemáticas o de la Física (como 5 + 7 = 12 , el ejemplo que Kant utiliza) se corresponde con este esquema.

La tarea que se propone entonces nuestro autor en la "Crítica de la Razón Pura" se compondrá de dos elementos:

a) Analizar la estructura de los juicios sintéticos "a priori" a nivel trascendental (tal como se presentan dentro de la mente del científico)
 
b) Ver si dichos juicios son posibles en Metafísica (si se les puede aplicar al estudio de temas relacionados con Dios, la Libertad y la Inmortalidad).


En la "Estética trascendental", capítulos dedicado al estudio de la sensibilidad, Kant afirma que los juicios sintéticos "a priori" no son otra cosa que intuiciones en el espacio y en el tiempo.

Espacio y tiempo (formas "a priori" de la sensibilidad) son las dos magnitudes que nos permiten poner en orden el cúmulo de señales que recibimos constantemente a través de los sentidos. Lo dado como tal, en efecto, carece de orden y de forma, y sólo un elemento "a priori" puede ejecutar semejante operación.

Estos elementos son, como venimos diciendo, el "espacio" (forma del "sentido externo") y el "tiempo" (forma del "sentido interno").

En resumen, por tanto, podemos decir que para Kant "conocer no es otra cosa que conjugar 'lo dado' con "lo puesto". "Lo puesto" se concretiza, por supuesto, en categorías (conceptos fundamentales mediante los cuales se hace posible la realidad fenoménica) que nosotros aplicamos a los datos suministrados por los sentidos.

A esas "categorías" llegamos por una operación de tres pasos (lo que Kant denomina Deducción Trascendental, o justificación trascendental del empleo de los conceptos puros):

a) Síntesis de la "aprehensión" en la "intuición"
b) Síntesis de la "reproducción" en la "imaginación"
c) Síntesis del "reconocimiento" en el "concepto".

Estas tres síntesis ocurren, según Kant, juntas, casi simultáneamente, y es a esta "unidad sintética de la apercepción" a lo que nos referimos al decir yo pienso (el fa-moso cogito, ergo sum de Descartes).

Teniendo esto en cuenta, podemos dar una nueva definición (más exacta) del conocimiento:

CONOCER = Sintetizar ("ligar") lo múltiple en la unidad del concepto

Las cosas en el mundo son múltiples, pero a nosotros nos basta con un solo concepto para reconocer muchas cosas del mismo tipo. Es lo que Kant llama Esquematismo Trascendental, que está basado en los principios del entendimiento puro, y nos permite el Juicio Empírico (científico).

De esta forma, opina Kant, se opera lo que él llama una "Revolución Copernicana". Igual que Copérnico había demostrado que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol y no al revés, en este caso, al revés que en los racionalistas, el sujeto gira en torno al objeto para determinar las posibilidades de conocimiento. El "fenómeno", en definitiva, queda convertido en "cosa en sí" ("noúmeno"), siendo así accesible a nuestra facultad cognoscitiva.

Juan Puelles López
monografias.com

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